Remera de patos.

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Call abrazó la almohada.
Habia soñado cosas extrañas sobre Tamara en la puerta de la habitación susurrando cosas sobre venganza, sobre Aaron, y sobre el hombre, Alastair Hunt, que le hablaba desde la foto en la habitación de su padre.
-Tu no deberias estar aquí. No de esta forma -le había dicho la imagen. Él hombre allí se veia mucho más joven, de algo un poco más mayor a la edad de Call, trece. (Pss, no se si tiene trece, pero para mi si, y en el fic tambien).
-¿Porqué no?
La cara del chico empezó a deformarce.
-Ese no es tu destino.
Su rostro seguía cambiando, lentamente. Notó que le estaban saliendo escamas azules. Call solo lo ignoró.
-¿No debí haberme hido de la isla jamás, cierto?
Lo que ya casi no parecia humano le respondió con voz áspera.
-Tú nunca debiste haber hido a ese lugar. Pero lo hecho, hecho está, y todo debe tomar un curso desconocido. De los muchos que hay en el lienzo en blanco llamado futuro.
Call logró, por un momento, identificar la cosa en la que se estaba convirtiendo. Parecia un reptil ¿Un lagarto? Si, un lagarto.
-¿Qué le está pasando, señor Hunt?
La cara se convirtió por completo en un lagarto azul de ojos saltones. No tuvo que ser un genio para darse cuenta de que era un elemental.
-Mi nombre es Warren.
Fué entonces cuando despertó, cubierto de sudor, y con cara de espanto al ver al mismisimo reptil de su sueño en una esquina de la habitación.
El elemental lo miró fijamente, demasiado profundo como para solo estar observandolo, y despareció entre las sombras.
"Solo fué un sueño" le dijo su conciencia.
"Solo un sueño"
"Sueño"
Sueño...
Esa palabra no encajaba con lo que acababa de... ¿pasar? Tampoco le quedaba.
Call abrazó la almohada.
"Pesadilla"
Eso si que encajaba.
De pronto, unas campanas se hicieron escuchar con un fuerte sonido.
Se levantó. No tardó en ver al uniforme del Magisterium, que habia visto en muchos caotizados, en una mesa continua a la cama. Se acercó a él cojeando y lo tomó en sus manos.
No es tu destino.
¿Él acaso no debía estar allí? No, sentía que hacia lo correcto. Su mente jamás hubiera estado limpia si dejaba que mataran a sus, ahora, amigos.
Nunca debiste haber hido a ese lugar.
Se refería a la isla.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por un portazo. Pasó su vista a la entrada y se encontró con el maestro Rufus.
-Oh, señor Portman, lamento haber entrado justo cuando miraba intensamente su uniforme que deberia haberse puesto. De verdad lo siento, pero le voy avisando que se está haciendo tarde para que entrenar con el uniforme que al parecer es muy interesante -frunció el entrecejo-. Hay que entranar, chico, no te hagas el profundo.
Cerró la puerta de otro portazo.
"Parece que alguien se levanto con la calva opaca".
Se puso la vestimenta lo más rápido que pudo. Salió del cuarto como un rayo y tomó con rapidez una taza de café que estaba en la mesa, sin preguntarse porqué el maestro lo miraba con asco. Tal vez eran las sobras de alguien, o peor, las de Jasper. Pero como se dijo, ni lo pensó.
Salieron del salon casi corriendo, ya que Call no podía, y el maestro Rufus tenia que mantener una reputación. Asi que realmente estaban caminando a todo pulmón. Llegaron al salon de entrenamiento (¿Cuál era el nombre? No puedo ponerle el salon de la arena y aburrimiento) jadeando, o casi jadeando, depende.
-¡Hola Call! -le dijo Tamara con una sonrisa. Como estaban castigados, se habian levantado una hora antes a entrenar.
Jasper le dió una calurosa bienvenida.
-Ught, tú...
Y Aaron le dedicó la "Obra de Angeles", esta vez, incluso más hermosa, a la que Call no pudo evitar responder.
-Hola, Call.
-Aaron, hola.
Entrenaron y estudiaron lo que a Call le parecieron años. Por una vez, prefirió estar en la clase del maestro Joseph, pero sin cuchillos ardiendo.
-Fin de la clase -anunció el calvo. Aaron y Jasper estaban notoriamente cansados, mientras que Tamara parecia haberlo disfrutado, y Call solo necesitaba algo de diversión. Habian estudiado libros de magia por lo que según la de trenzas fueron cuatro horas.
-¡Liquen -gritó Aaron, entusiasmado-, allá voy!
Los cuatro chicos corrieron por todo el Magisterium hacia el comedor, intentando escapar de todos aquellos aburridos libros. La morena imaginó que eran de matematicas, y asi le resultó más fácil separarse de ellos.
Por primera vez, el pelinegro comió el famoso liquen. Había probado hongos una vez, y se sintió como comer una goma de borrar. Por fortuna, estos eran gustosos de saborear y tenian todo tipo de sabores.
"Al diablo Aaron, yo me caso con esto."
Celia, la chica rubia, se les había unido en la mesa.
-Y... ¿Ya te estas acostumbrando a vivir aquí? -le preguntó mientras que con un dedo se enroscaba un mechon de cabello.
-La verdad, si. Tengo un buen presentimiento sobre este lugar.
De pronto, sintió que alguien se sentaba a su lado, rozando su brazo con el codo.
-¡Celia! Jeje... ¿De qué hablan? -preguntó Aaron.
Al pelinegro le gustaba demasiado la sonrisa del rubio como para no reconocerla, y en este caso Aaron sonaba algo molesto, no tenia una felicidad natural, si no una obligada, como si algo le irritara.
Su corazon empezó a latir demasiado rapido.
-Aaron -la rubia levantó la cejas-. No hablabamos de nada en especial...
-Ah, que bien, que bien... No sera que no quieren que escuche lo que estan hablando -empezó a mover las manos exageradamente- ¡Esta bien!
-¿Estas... bien?
El makaris lo miró con los ojos muy abiertos y una sonrisa muy exagerada para ser cierta.
-¡Estoy genial! ¡Como nunca! Es que... el liquen. No comen su liquen. Eso si que esta mal.
Miró la bola de hongos sorprendentemente deliciosos que le quedaba en el plato. Tomó un tenedor y de un solo bocado se lo comió todo.
-¿Azi eza bem? -masticó todo con rapidez y se lo tragó- ¿Así esta bien?
-Si... -lo miró impresionado- Si... Ahora, estoy feliz. Gracias. Celia, ahora come tú.
La nombrada se mostró confundida, pero tomó el cubierto y lo pinchó en la comida, que se llevó a la boca.
-Call -dijo el rubio sin apartar la vista de Celia comiendo.
-¿Si, makaris?
-No me gustan que me llamen asi.
-Es exactamente por eso que te voy a seguir llamando asi.
Suspiró- Es que... Tengo que llevarte a comprar ropa... En la galería.
-¿Fonfe fi fo? -dijo Jasper desde el otro lado de la mesa.
-Dijo: "¿Dónde si no?" -lo tradució Tamara.
Ignorando su comentario, el de ojos verdes miró al pelinegro.
-Después de esto vamos a comprar ropa.
-¿Después de qué?
-Después de que Celia se termine su liquen...
Y Call miró a Celia impaciente mientras esta masticaba como tortuga.

Unos minutos luego.

-¿Porqué toda la ropa que eliges es negra?
Él, en efecto, tenia una montaña de ropa oscura en sus brazos.
-Me gusta el color, me queda bien, y la mayoria de la ropa negra es de talle único.
Aaron estaba entre un montón de camisetas extrañas cuidadosamente apiladas en una mesa. Logró leer lo que decían algunas: "Creo que Cupido me flechó con la almohada... ¡porqué amo dormir!", "I'm your friki!", "Besa al chico con esta camisa", y otras cosas bastante estúpidas.
-Oh, ¡mira esta!
Un escalofrío le corrió la espina dorsal. La camisa tenia un fondo azul. Nada fuera de lo normal ¿cierto? Lo que asustó a Call fué que en encima de ese liso azul habían patos. Sí, patos. Patos diminutos y pixelados colocados sistematicamente en la vestimenta para hacer que le diera un cáncer de ojos.
Una sonrisa macabra apareció en el rostro del rubio.
-Póntela.
El de ojos grices lanzó una carcajada.
-Si, claro.
-Hablo en serio, con tanta ropa parecerás Nico Di Angelo.
-¿Quién?
-Un personaje de uno de esos libros que lee Tamara... ¡Pero ese no es el punto! -hizo un puchero- Vamos, úsala.
Usó toda la fuerza de voluntad que tenía y la unió con su dignidad. Nop. Aaron era adorable y Call había caído a sus pies.
Tomó la camiseta de un manotazo y se dirigió a los provadores con el rubio sonriendole divertido. Cerró la corrina y se quitó la camisa.
De pronto, la lampara que colgaba del techo parpadeó. Miró hacia arriba para encontrarse de nuevo con el lagarto, que con sus patitas se agarraba del cable.
Unas voces aparecieron en su cabeza.

"Mata al niño"
"No tengo idea de cómo has hecho eso, pero fué épico. La cara del maestro Rockmaple ha sido..."
"Tus ojos... Dicen que los ojos son el espejo del alma..."
"¿Lo promenten absolutamente y lo juran... por su honor de magos?"
"Yo... Yo soy el Enemigo de la Muerte..."
"... no quiero que nos volvamos a mentir el uno al otro."

"¿Por qué me muestras esto?" su voz no salía de su boca, no pronunció ninguna de esas palabras. Aún así, sabía que lo había dicho él, y Warren pareció entenderlo.
-No puedo evitarlo.
"¿Quiero saber qué es?"
El elemental pareció dudar, pero le respondió.
-Es la realidad que vi. Una de las muchas que conviven entre si, chocándose. Tú formas parte de muchas realidades, pero vives en la más real y, al parecer, la que ocurrió.
Call no entendió mucho de lo que acababan de decirle, asi que decidió cambiar de tema.
"¿Tienes alguna razón para estar aquí, Warren?"
El lagarto se lo quedo mirando por unos segundos.
-Uno pudriendose ganará, otro una promesa cumplirá, y el otro todo lo perderá...

Aaron se preocupó, Call se estaba tardando demasiado.
Entonces la cortina se abrió y apareció el chico de la pierna rota con una ridicula camiseta de patos.
Se rió.
-Si, ja-ja, muy gracioso. ¿Puedo quitarmela ya?
Asintió con la cabeza. Pero antes de que volviera a entrar al probador lo tomó del brazo.
-Oye ¿Estás bien? Tardaste mucho.
Call tragó saliva. Su voz salió entrecortada, se regañó por no haberlo dicho de una forma más creíble.
-Claro que no... Me puse una camisa de patos. Nadie está bien si se pone una camisa así.

Nota de la escritora
¡1700 palabras! Exactas.

Oigan ¿a nadie más el Callron le recuerda al Solangelo? ¿No? Pues bien *se va a llorar a un rincón*
Gracias a los dioses pude poner a Warren, es uno de mis personajes favoritos, pero no creo haberlo... emm... ¿escrito?... bien.
Y si, tengo un headcannon donde Tamara es una fangirl. Meztisa y potterhead de alma y corazón.
Sin más que decir...
By!

El chico de la pierna rota -MagisteriumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora