Familia

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El invierno era... frío.

Si. Eso podía llegar a describirlo bien desde la puerta de misiones del Magisterium.

No es que en la isla de Call hubiera una cruz enorme que prohibiera el invierno, pero ese era diferente. La nieve parecía más suave. El frío no era tan molesto. Incluso el aire se sentía más agradable.

Sintió una punzada en su pierna al caminar. Todo se veia muy bello, pacífico. Pero algo le decía que no, que se detuviera. Que entrara y tomara un chocolate caliente con una manta, y, aunque no lo necesitaba, Aaron lo abrazaría para calentarlo.

-Eso es mucha nieve -dijo este.

Y así era, la nieve eran al menos un kilometro de llanura y seguramente más kilometros de árboles cubiertos de esta.
Era por eso que llevaba un montón de ropa. Tamara se indignaba al solo verlo estornudar, asi que se sentía una pequeña bola de odio y ropa... pero hecha con mucho amor de la morena.

Claro, el rubio también tenía mucha ropa, pero la hacía verse genial. Claro, él podía hacer que todo se viera genial.

El pelinegro dijo algo a través de sus tres bufandas.

-Lo siento, no te escucho.

Se quitó dos, no importaba si Tamara lo matara luego.

-Te vez bien.

-Te arriesgas a una muerte segura Made in Tamara. Debo ser una estrella de Hollywood.

Soltó una carcajada.

-Ven. Ayudame a quitarme todo esto.

No sabía porqué, pero cada vez que entraba en contacto físico con Aaron, se le ponía la piel de gallina. Le encantaba cada vez que lo tomaba de la mano, que lo besaba, o que le acariciaba la cara. Y el que lo desvistiera se sentía extrañamente emocionante.

-Asi, perfecto.

El rubio deslizó su mano desde el hombro de Call hasta su mano.

-Vamos.

Caminaron juntos en la nieve. Encontraron a estrago entre unas frasadas que le habían dado para que estuviese caliente poco rato  después.

-Lobo tonto -dijo Call divertido mientras este le lamía la cara.

Aaron miraba la situación mientras reia. Siempre había creído que tener una mascota estaba sobrevalorado, pero al ver la relación que tenian Estrago y su novio, no pudo evitar quitarse eso de la cabeza.

"Relación". Se repitió en si cabeza.

-Hey, ¿Estás bien? Tienes una expresión extraña en el rostro.

Los ojos del rubio estaban entrecerrados y tenía la boca medio abierta.

-Hoy... Cumplimos un mes de novios...

Ahora el de la expresión extraña era él.

-Yo... Yo lo olvidé, lo siento.

-Yo también, lo olvidé... pero... -su cara se iluminó-. Tengo una idea. Ven -hizo señas con la mano para que lo siguiera-. Estrago, tu te quedas.

El chico de la pierna rota -MagisteriumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora