Primer beso

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Todo comenzó por un sencillo mensaje. Y si Emma hubiera sabido lo que esa respuesta implicaría, se lo habría pensado dos veces.

«Esta tarde en mi casa...»

«Esta tarde no puedo» respondió ella rápidamente

«¿Por qué?»

«Estoy ocupada. Pero puedo pasar después de las clase, pero no mucho tiempo»

Regina, realmente, no tenía por costumbre dejarse dictar las cosas de esa manera. Era casi improbable que se dejara mangonear así. Pero, sin embargo, no dijo nada...Porque algo en Emma la atraía mucho más de lo que ella podía creer.

«Muy bien»

«¿Su dirección?»

«Solo tendrá que seguirme»

Emma entonces sonrió: Regina tenía que mantener algo de control. Ella no sabía qué esperarse al ir a su casa, pero quizá podría rasgar un poco el velo de misterio que rodeaba a la bella morena. Era ahora o nunca.

Pero, ¿qué le daba ahora a ella para invitarla a su casa? Esa señorita Swan parecía una curiosa profesional...Llevarla a su universo era arriesgado, pero era el único modo para amansarla y enseñarle que ella también hacía esfuerzos.


Emma solo tenía en la cabeza su cita con Regina de esa tarde. Evidentemente, sabía que incluso retrasándose algunos minutos, Regina la esperaría, porque lo necesitaba.

Pero Emma tenía preguntas mucho más éticas en la cabeza: ella, que no quería hacer locuras en ese año crucial, hela ahí en medio de una naciente y complicada relación. Todo iba algo rápido para ella. No conocía a Regina sino hacía apenas un mes y ya se planteaba algo con ella.

Nunca se habría planteado mantener una relación ese año, mucho menos con uno de sus profesores. Pero, inexplicablemente, se sentía atraída por esa mujer que, sin embargo, lo tenía todo para tirarla hacia atrás.

Cuando llegó al parking, se sintió feliz al ver que Regina estaba allí, apoyada en su propio coche, con los brazos cruzados.

«Me ha esperado»

«Estaba a punto de marcharme»

«Por supuesto» sonrió ella antes de subir a su coche «La sigo»

No tuvo que hacer muchos kilómetros antes de llegar a un inmenso inmueble. Se detuvo al lado de Regina.

«Wow, impresionante»

«Venga»

Emma siguió, en silencio, a la bella morena por el hall antes de entrar en el ascensor, todo aún en un completo silencio. La tensión era palpable entre las dos jóvenes y ninguna se atrevía a mirar a la otra a los ojos. Al cabo de interminables segundos, las puertas se abrieron y Regina condujo a Emma hasta el número 46. Ella abrió la puerta y apareció un apartamento de lo más clásico, incluso frío, cosa que no asombró a Emma, que no veía personalización en el sitio: nada de fotos, nada de colores cálidos, nada de decoración. Parecía uno estar en un apartamento de muestra, como aquellos que se ven en las revistas de decoración de interiores.

«Simpático» dijo ella dejándose caer en el sofá ante la mirada perpleja de Regina.

«¿Una copa?»

«Nada de alcohol, gracias»

«Sidra, quizás, no tengo nada menos alcohólico»

«Va por la sidra»

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