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Ni una palabra fue pronunciada durante el trayecto. Graham sentía cómo el alcohol se le subía a la cabeza aunque aun así seguía manteniendo algo de control. Regina conducía, la mirada fija en la carretera.

El silencio planeaba sobre ellos, incluso en el ascensor que los llevó hasta la puerta del apartamento donde Regina entró y condujo, sin ceremonias al joven, ávido de mostrar lo que valía.

No le costó mucho a ella hacer que se acostara en la cama, y mucho menos desvestirlo...Ella se desprendió de su vestido y se acostó a su vez en la cama, bien decidida a tomar las riendas.

Cuando finalmente Graham logró pegar sus labios a la piel de Regina para cubrirla de besos, esta última reviró los ojos: ¡qué preconceptos tenían estos jóvenes de lo que le gustaba a las mujeres! Ella lo empujó sobre la cama, y estando él medio desnudo, se acercó a él y se puso a horcajadas, se acercó a su rostro y le murmuró

«Enséñame...enséñame cómo se lo haces a ella...»

«¿Qu...qué?»

Y entonces él intentó incorporarse, pero ella lo empujó con más violencia sobre la cama, él le agarró las caderas y colocó una de sus manos en su espalda para acercarla más. Cuando intentó besarla, ella giró el rostro. Molesto por ser rechazado, tomó las riendas y le dio la vuelta para echarla sobre la cama, lo que provocó cierta sorpresa en la joven. Él le sonrió con esa sonrisa ávida de sexo...Las cosas se iban a poner interesantes.


Cuando se despertó, apenas estaba amaneciendo. Solo en la cama, enredado entre las sábanas, tomó, poco a poco, consciencia del sitio en el que se encontraba: la habitación de Regina Mills. Se levantó y se dio cuenta de que estaba en calzoncillos y calcetines. De revolvió el pelo antes de vestirse y salir de la habitación para ver a Regina en la cocina.

No sabía qué decir o hacer...Se masajeó la nuca, turbado, antes de avanzar hacia ella. No tuvo que decir ni media palabra, ella lo hizo por él.

«¿Vives lejos?»

«N...no, 20 minutos a pie»

«Bien. ¿Café?»

«Sí, se lo agradezco, gracias»

Se relajó un poco y se sentó en la mesa de la cocina aceptando con gusto la taza que ella le tendía.

«Te marchas después de tomarte el café»

No tuvo elección, es más, ¿la había tenido durante la noche? Todo era vago y no se acordaba prácticamente de la noche que había pasado con ella. La única prueba de su encuentro de la noche pasada, un chupetón que Graham mostraba con orgullo en la base de su cuello.

Y como había dicho, después de beberse su café, se marchó, sin ceremonias, sin caricias ni gestos tiernos. Solo un rápido adiós. Habría creído que ella le iba a pedir no contar nada de esa noche, pero ella no dijo nada, quizás pensaba que él era lo suficientemente inteligente para estarse callado...De todas maneras, ¿quién creería a Graham Humbert, un joven estudiante? ¿Quién creería que acababa de pasar la noche con la profesora más sexy y más enigmática de esa facultad?


El fin de semana pasó y la semana comenzó sin que Emma hubiera tenido noticias de Regina. No era partidaria de correr tras las personas que le gustaban, porque sí, Regina le gustaba una barbaridad, aunque la complejidad de su relación se veía agrandada por el hecho de que ella era alumna y Regina su profesora.

«¡Heyyyyy, Em!»»

Ruby saltó literalmente sobre Emma, casi haciéndola caer.

«Hey, hey, tranquila. ¿Qué ocurre?»

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