Tristeza

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Le pareció que el suelo bajo sus pies se hundía y la arrastraba a un agujero sin fondo. Neal...Su ex, padre de su hijo, al que no había visto desde hacía nueve años, estaba delante de ella. Prácticamente no había cambiado, a excepción de una barba de algunos días y los cabellos ligeramente más largos. Lo que la golpeó de lleno fueron los rasgos comunes con Henry.

«¿Qué haces aquí?» consiguió finalmente pronunciar

«El mundo es pequeño por lo que se ve...¿Puedo entrar?»

«No» soltó ella secamente «Responde, ¿qué demonios haces aquí?»

«¿De verdad quieres que tus vecinos de rellano asistan a nuestro reencuentro?»

Emma reviró los ojos.

«Espera»

Emma le cerró la puerta en las narices para vestirse más adecuadamente, coger su bolso, su chaqueta y salir a unirse con Neal en el pasillo. Sin decir palabra, salieron del inmueble para dirigirse a una pequeña cafetería en la esquina de la calle. Y después de cada uno pedir su café, se quedaron uno frente al otro, sin decir nada, hasta que Emma no aguantó más y rompió el silencio

«¿Qué demonios haces aquí? Te marchaste hace más de nueve años, sin decirme nada, sin dejarme nada, ni siquiera una carta... Y ahora, te me apareces como si nada. ¿Cómo has sabido dónde vivo?»

«Como te he dicho, el mundo es pequeño...»

«Desembucha»

«Parece que tenemos un amigo en común»

«¿Ah sí?»

«No has cambiado» dijo con una sonrisa nostálgica

«No cambies de tema»

«August»

«¿August? ¿El...el del Rabbit Hole?»

«Nos conocemos desde hace unos años, de cuando yo vivía en Nueva York» Emma se estremeció «Nos perdimos la pista, pero, por casualidad lo volví a ver hace unas semanas, justo el día de año nuevo. Charlamos y nos pusimos a rememorar nuestros pasados y nuestros amores de infancia...Y le hablé de ti. Le enseñé una foto, ya sabes, la que nos hicimos en el bar en Tallahasse»

«Ya, me acuerdo...» dijo ella amargamente

«Sí, en fin, te reconoció inmediatamente y me dijo que eras alumna en la facultad de Derecho de Boston. No me lo podía creer...»

«¿Y?...¿Has decidido dejarte ver? ¿Qué haces aquí Neal? No quiero tener nada que ver contigo. Me dejaste sola, me dejaste en la mierda. No tuve noticias, ni contacto, habías desaparecido de un día para otro. Ni siquiera intentaste averiguar qué había sido de mí...Hoy veo la luz al final de túnel y hete aquí...¿Qué buscas, eh?» había lanzado toda esa retahíla de un tirón, casi sin respirar, las mejillas rojas de cólera.

«Tengo un hijo, ¿verdad?»

En ese momento, el mundo se hundió alrededor de Emma: ya no escuchaba nada, ya no veía nada...Solo esa simple frase resonó en ella como un espantoso y desagradable zumbido.

«¿Qu...qué...cómo...?»

«August me lo dijo» ¿Cómo lo supo él? ¿Quién se lo había dicho? Solo Regina, Ruby y Graham estaban al corriente de la existencia de Henry. Solo uno de ellos podía habérselo dicho a August, pero, ¿quién? «Él no sabía que yo no estaba al corriente...»

«¿Y? ¿En qué te concierne?»

«¿Que en qué me concierne? Es mi hijo, ¿no?»

Emma soltó una risa nerviosa.

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