Henry

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Una vez llegados a casa de Emma, esta no pudo esconder su decepción cuando su hijo se plantó delante de ella, lleno de esperanza.

«¿Y? No ha ido bien...¿no?» dijo desilusionado

«Henry, cariño, ve a...»

«¡No! La interrumpió el pequeño delante de Regina «¡Quiero saber!»

«La veredicto no será dado hasta dentro de una semana, como muy pronto...Pero mientas, tu padre tiene derecho de visitas, dos veces a la semana»

«Ah...¿Tú estarás ahí?»

«No. Pero habrá alguien que vigilará para que no te pase nada. Y si necesitas cualquier cosa, se lo pides»

«No es justo, ¿por qué tú o Regina no podéis venir? ¿Es mi culpa? ¿Es por qué dije que no me molestaría conocerlo?»

«Henry, escúchame: nada de todo esto es culpa tuya. Tú no tienes nada que ver. Si hay alguien a quien culpar es a mí: si te hubiera dicho la verdad desde el principio...»

«¿Y ahora qué hacemos?»

«Esperar, no hay otra cosa que hacer»

Y al día siguiente, Neal se plantó en el apartamento de Emma acompañado por una mujer de los servicios sociales, sujetando en sus manos el papel de las visitas.

«Neal»

«Emma. Esta es Rachel Straton, la asistente social que me acompañará, a Henry y a mí»

Ella apretó los puños, se mordió la parte interna de la mejilla antes de girar su rostro al sentir a Henry a su lado, agarrando su camisa.

«¡Hey, muchacho! ¿Estás listo?»

«Sí...» dijo él sin gran entusiasmo

«¿Me dejas un minuto?» dijo Emma agarrando a su hijo y apartándolo de los oídos indiscretos de Neal «Escucha...Sé que esto no te apasiona, pero...si pones mala cara, tu padre podría creerse que te he puesto en su contra»

«Pero, ¡eso no es verdad!»

«Lo sé, Regina lo sabe, tú lo sabes, pero él no, y en este momento, él piensa lo que le conviene. Así que te lo ruego, aunque no tengas ganas...finge»

«¿Va a durar mucho tiempo?»

«Pasarás el día con él, te traerá a las 18:00»

«No, quiero decir...¿Estas visitas van a durar mucho tiempo? ¿Cuánto tiempo voy a tener que fingir?»

«No lo sé, espero que el menor tiempo posible. Venga, ¡esta noche Regina hará pizzas caseras!»

Henry sonrió y estrechó a su madre en sus brazos antes de marcharse con Neal y Rachel. Emma cerró la puerta y corrió hacia una de las ventanas, para ver a su hijo marcharse con Neal que había puesto su brazo sobre los hombros de su hijo, cosa que provocó una mueca a Emma.

«¿Se han marchado?» preguntó Regina saliendo del cuarto de baño

«Sí, se han...» Emma miró a Regina

«¿Qué?»

«No nada...Yo, nada...»

«¿Emma?»

«Hay dos cosas que adoro de ti: cuando llevas tus gafas...Y cuando tienes los cabellos mojados» sonrió Emma

Regina reviró los ojos antes de darle una palmada en el hombro y desaparecer en la habitación. Emma entonces perdió su sonrisa al echar una ojeada hacia fuera: se habían ido.

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