Holloween

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La segunda cena no tardó, dos días después de su primera cita, Emma recibió un mensaje muy explícito de Regina «¿Es necesario que le suplique cenar con usted?»

Emma estaba contenta: Regina no tenía por costumbre dejar el mando a sus compañeros, de resultas, lo poco de autoridad que podía arañar con la rubia había que sujetarlo bien. Emma le respondió con naturalidad que a falta de suplicar podía, al menos, pedirlo educadamente.

Evidentemente, Regina no respondió y Emma, tras dejar pasar todo el día, finalmente dio señales de vida «La paso a recoger mañana a las siete»

Emma tenía la intención de presentarle a su hijo, nunca había querido ocultarlo. Pero presentía que era el tipo de detalle que haría que cualquier pretendiente huyera.

No tenía la menor idea de lo que un niño podría acarrear en su relación con Regina, aunque aún no había realmente ninguna relación entre ellas. Quizás, por una razón u otra, Regina detestaba a los niños...

No se le había pasado por la cabeza, un solo segundo, que Regina pudiera tener un ataque al ver que tenía un hijo. Pero para ella estaba claro como el agua: nunca elegiría entre su hijo y una posible amante. Su hijo estaría en primer lugar, siempre. Sobre todo si a este último no le gustaba la persona que ella eligiera. Ya había pasado en el pasado y Emma nunca lo lamentó.

Esa noche cenaba con Regina y tanteaba aún si abordaría o no el tema. Su relación era aún frágil y anunciarle algo como eso podría mandarlo todo al garete...Pero al mismo tiempo, eso pondría a prueba a Regina y Emma sabría a qué atenerse antes de inventarse planes en su cabeza.

Así que con cierta angustia tocó a la puerta de la bella morena que le abrió con rapidez.

«A la hora»

«Siempre por usted» dijo ella con un guiño

«¿Por qué ha venido a recogerme? Darme su dirección hubiera sido más sencillo»

«Porque no tengo la intención de invitarla a cenar a mi casa»

«¿Ah no?»

«Mi apartamento no es lo que se podría llamar un...nido de amor. Además, no he tenido tiempo de hacer limpieza»

«¿Tan desbordada está durante las vacaciones?» dijo sarcásticamente Regina

«Se puede decir que sí...¿Vamos?»

«¿A dónde me lleva?»

«Ya verá» le ofreció su brazo que Regina aceptó de buen grado. Y cuando llegaron al hall, Regina hizo un movimiento de retroceso al ver el escarabajo amarillo de la bella rubia.

«¿Qué?»

«¿De verdad piensa hacerme subir en esa cosa?»

«Tiene usted unos estándares bien precisos, señorita Mills. Pero tampoco he tenido tiempo de alquilar una limusina, así que se va a tener que conformar con mi coche que, dicho sea de paso, aún cumple y nunca me ha dejado tirada»

«Si es una maniobra para hacerme el truco de la avería en mitad del camino, está algo anticuado»

«No es necesario la avería para eso. ¿Sube o no?»

«¿Y si me niego?»

«Bah, tiene dos opciones: o corre detrás o se queda aquí»

«¿Y si cogemos mi coche?»

«Soy YO quien la lleva a cenar, me toca a mí conducir. Porque, estoy segura, que quiere a su coche como a la niña de sus ojos y no cedería el volante a cualquiera»

Clases particularesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora