Epílogo

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«¡Henry, date prisa, vas a llegar tarde en tu primer día!»

«¡Ya voy, ya voy!» dijo bajando por la escaleras, arrastrando tras él su mochila, uniéndose a Regina en la cocina, que estaba preparándole su desayuno.

«Por favor, deja de correr por todos lados, vas a despertar a tu hermana»

«Perdón» dijo girándose hacia el capacho colocado en la encimera a su lado. Liberó la pequeña cabecita rubia de su mantita de franela y le dio un dulce beso en la frente.

Al ver esa escena, Regina no pudo sino sonreír. Le ofreció a su hijo un plato de tortitas antes de coger a su hija, que se removía en su capacho, en sus brazos.

«¡Una dulce visión desde por la mañana!» dijo la bella rubia, adosada al marco de la puerta de la cocina, brazos cruzados, disfrutando de ese espectáculo que ya ocurría desde hacía tres meses. Se acercó a su mujer y la besó tiernamente antes de imitar a su hijo y besar a su hija en la frente.

«Te has levantado bastante pronto» constató Regina

«Sí, la baja por maternidad está bien, pero se pierde el hilo de los días. ¡Peeeero, sabía que hoy era el primer día en el insti de mi hombre preferido!» dijo ella guiñándole el ojo a Henry.

«¡Mamá! ¡Para con eso!»

«Oh, estamos susceptibles, eh...Si no quieres que te avergüence por tu primer día, sé bueno, ¿ok?» él hizo una mueca entes de centrar su atención en el bebé «Nos ha dado muchos quebraderos de cabeza esta pequeña mocosa. Igualito a Henry con su misma edad»

Regina se la pasó antes de servirle a su mujer un chocolate a la canela

«Toma»

«¿La llevamos para el primer día de su hermano?»

«¡Síiii!» gritó alegre Henry

«Entonces voy a bañarla...» dijo Emma antes de desaparecer

«¿Mamá?»

«¿Hm?»

«Aunque es imposible, tengo la impresión de que tiene tus ojos»

Regina sonrió y acarició la mejilla de Henry

«Eso es muy amable»

Habían batallado tanto para tenerla. Habían vencido tantos obstáculos y pruebas para embarcarse en el camino de la inseminación...Emma lo había intentado dos veces y habían decidido que si a la tercera no lo conseguían, harían un descanso en los intentos. Pero finalmente, un mes más tarde, el test había dado positivo, entonces se habían enfrascado en la preparación de una habitación, organizar el tiempo y no olvidarse de Henry.

Y nueve meses más tarde, su hija había nacido, a un mes de los 13 años de Henry.

«Date prisa, vamos a terminar por retrasarnos de verdad»


«¿No quieres de verdad que vayamos?»

«Na, va ir todo bien, gracias»

«Henry, ¿nos lo dirías si tuvieras vergüenza?» dijo Emma, ansiosa

«Nunca tendría vergüenza: tengo las dos mamás más guapas de Storybrooke»

Besó a su hermana, a su lado, después se inclinó hacia delante para besar a cada una de sus madres en la mejilla antes de salir del coche. Antes de entrar en el instituto, se giró una última vez y les hizo una señal con la mano al que ellas respondieron con fervor y estrés: su hijo entraba ese día en el instituto. No habían visto el tiempo pasar.

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