Su señoría

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Y como una mala premonición, el día siguiente vino cargado de malas sorpresas comenzando por una visita inesperada de Neal bien temprano en la mañana.

«¿Qué haces aquí?»

«Hola. Hace cuatro días que no tengo noticias de Henry»

«Oh, sí, eso seguro, nosotros, por el contrario, sí hemos tenido noticias» lanzó ella de forma huraña.

«Sí, eso...Escucha, no me has dejado elección...»

«Todos tenemos elección, y tú has decidido hacer la peor de todas. ¿Atacarme con la justicia? ¿De verdad Neal?»

«Escucha, es por el bien de Henry»

«Oh, sí, lo olvidaba: porque vivir con dos mujeres es contraproducente para Henry, eso lo pone en peligro. ¿Estás de cachondeo o qué? ¿Desde cuándo eres un homófobo cerrado?»

«¡No soy homófobo! Solo es que no me gusta que se rían de mí. ¿Cómo has podido pasar de mí a una mujer?»

«Entonces, se trata de eso, al final todo es cuestión de ego más que nada»

«Emma, escucha...Solo querría saludar a Henry»

«¿Crees que quiere verte? ¡Quieres alejarlo de su madre!»

«Emma, vuelves a no darme elección» le tendió un papel que se negó a cogerlo al principio, pero ante su insistencia, cedió. Alguno segundos más tarde, Regina apareció.

«Emma...¿quién es...? Oh, usted. ¿Qué es eso?» dijo ella al ver el papel en las manos de la bella rubia.

«Es...una demanda de derecho de visitas a la espera de que el tribunal falle sobre la custodia» dijo Emma tras leer el documento.

«¿Qué?» casi chilló Regina

«No me dejas elección Emma. Me gustaría verlo. Te has encerrado aquí. He tenido que hacer algo»

«¡Neal! ¡No has entendido nada!»

«Entiendo que me gustaría una lugar en la vida de mi hijo, ¿es un crimen?»

«Lo que es un crimen es que desaparezcas nueve años y que aparezcas como si nada enarbolando tu derecho parental, derecho que nunca has querido»

«Emma, no vamos a volver a lo mismo. Pasaré a recoger a Henry esta tarde»

«¿Cómo?»

«Lee el documento, me da el derecho de pasar una tarde...»

«¿Y si me niego?»

«Emma...»

«No te pienso dejar solo con él. ¿Y si te marchas, si no vuelves con mi hijo?»

«Emma, he cambiado, lo sabes. Nunca correría el riesgo de convertirme en un fugitivo con un niño de nueve años bajo el brazo. Puedo darle buenas cosas sin actuar fuera de la ley»

«No siempre has dicho eso...» dijo ella rememorando las bellas promesas del joven cuando recién habían desembarcado en Tallahasse «¿Y por qué has tomado esa decisión sin que yo tenga nada que decir?»

«Emma, si quieres, solo tienes que venir, si eso te tranquiliza. Pero vienes sola» dijo lanzando una mirada a Regina que, molesta, desapareció para dejarlos solos.

«¿Cuál es tu problema? ¿Intentas conquistarme llevando a cabo algún plan, que está destinado al fracaso, dejando a Regina de lado? Ya puedes esperar sentado»

«Entonces, si no tienes nada que temer, ven. Pasaré a las 14:00» él se marchó sin darle la oportunidad a Emma de responder. Cerró la puerta y se unió a Regina en el salón. Una vez sentada al lado de su compañera, picoteó en la ensaladera de palomitas. Regina entonces la miró

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