¿Vuelta a la calma?

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Emma estaba tensa: quería que ese momento no llegara nunca así como quería que terminara. No se atrevía ni a mirar a la juez, ni a su abogado, su rostro miraba un defecto en la mesa, sobresaltándose ante las primeras palabras de la juez.

«Bien. He sopesado detenidamente los pros y los contras, reflexionado y vuelto a reflexionar sobre los diferentes puntos de vista. La situación es bastante incongruente, por no decir, excepcional: tenemos a un padre que reclama su derecho de paternidad por un hijo al que abandonó antes incluso de su nacimiento. Señor» dijo ella mirando a Neal «Participar en la concepción de un hijo quizás haga de usted un padre, pero en ningún caso un papá. Ha vivido su vida durante nueve años y de repente regresa a la vida de un hijo con quien no ha sabido crear lazos. Tengo en mi posesión un documento que he añadido al expediente. Se trata de una carta que Henry Swan me ha hecho llegar»

Emma, entonces, desorbitó los ojos, sin poder creérselo, mientras que King golpeó la mesa con su puño, gritando sobresaltado

«No teníamos conocimiento de esa carta. ¿Quién nos dice que ha sido escrita por el pequeño y no dictada por su madre?»

«La voy a leer y así comprenderán: Querida señora, su señoría. Me llamo Henry. Encuentro injusto que esto me concierna y ni siquiera me hayan pedido mi opinión. Así que escribo esta carta para dársela de todas maneras. Adoro a mi mamá, me gusta vivir con ella. No siempre ha sido fácil, pero siempre hemos salido adelante. Hace no mucho tiempo, ella ha conocido a Regina y aunque ella también es una mujer, es muy buena y mamá la ama enormemente. Después está mi padre que ha vuelto. Al principio me enfadé con mi madre por haberme mentido, pero ahora lo comprendo. Porque él no es realmente mi padre, ¿sabe? No lo quiero como se debería querer a un papá, es bueno y todo eso, pero...No lo considero un papá, no como mi papá. No sé si está mal o no...Solo quería decirle que si usted debe tomar una decisión sobre mi felicidad, entonces me gustaría decirle lo que me haría feliz: quiero vivir con mi madre y Regina. Soy feliz con ellas. Mi padre, bueno...Si le veo, bien, si no, no importa. Pero no quiero ir con él. Bueno, creo que es todo. Espero que le llegue esta carta y que la lea. Henry Swan»

El silencio reinó y todos se quedaron estáticos: Neal estaba blanco como una hoja de papel y Emma tenía los ojos llorosos. King fulminaba mientras que Gold disimulaba una pequeña sonrisa de victoria.

«Creo que esta carta me ha ayudado mucho a ver claras las cosas. No les oculto que, al principio, había perdido de vista el fin primero de este tipo de casos: pensar, sobre todo, en la felicidad del niño. Y este pequeño con sus palabras me ha mostrado que la felicidad no está obligatoriamente donde se la espera. Abogado King, sepa que la homoparentalidad no es para nada un entorno de riesgo para un niño. Señor Cassidy, pretende aspirar a una paternidad que en nueve años nunca ha buscado. Ha intentado crear lazos, pero no ha funcionado porque es evidente que los lazos biológicos no son suficientes» después se giró hacia Emma «Señorita Swan, ha criado a este niño sola, lo ha educado con los medios que tenía a su alcance, y ha producido un resultado mucho más que satisfactorio. Es una buena madre, una madre que tiene sus fallas, sus cuestionamientos, pero que también sabe que la felicidad de su hijo prevalece sobre la suya. Su hijo es inteligente y afectuoso...Por todos estos puntos y muchos otros, he decidido que usted, señorita Emma Swan, tenga la custodia exclusiva de su hijo Henry. En cuanto a usted, señor Neal Cassidy, no reconoció a su hijo hace nueve años, y creo que es demasiado tarde ahora. Sin embargo, no puedo sino pensar en los próximos años en los que Henry pensará en este periodo y le gustará, aunque no lo sepa aún, tener contacto, aunque mínimo, con su padre. Es por eso que le invito a solucionar administrativa y oficialmente su estado con respecto a su hijo. Una vez hecho eso, le concederé un derecho de visita de dos veces al mes para comenzar»

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