Callejó Diagon parte 2

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Aparecimos en el callejón Diagon, en cuanto tomé el brazo de mi abuelo.

—Será mejor que no llamemos la atención pequeña— menciona señalando mi cabello.

—¡Oh! ¡lo siento abuelo! — Cambié el color de mi cabello a un azabache. No sé si realmente sea mi color natural pero se ve normal.

—¿A dónde quieres ir primero?

—No lo sé, aquí dice que necesito Tres Túnicas sencillas de trabajo.
Un sombrero negro puntiagudo para uso diario.
Un par de guantes protectores.
Una capa de invierno— leía el pergamino mientras avanzábamos  por la abarrotada callejuela.

—Las túnicas de Madam Malkin son la mejores, aquí tienes.— me entregó una bolsita llena de galeones— Yo me adelantaré a comprar tus libros y otros materiales aburridos. Nos veremos para comprar tu varita y mascota.

—Abuelo no será mi mascota, será mi acompañante, y sobre todo mi amigo. ¡Los libros no son aburridos!—argumento mi punto de vista.

—Sabias palabras,  a veces me pregunto cuantos años tienes en realidad— Le sonrío mostrando mis dientes—. Ahora ve nos vemos en Olivander's.

—Gracias abuelo— Le agradezco con un abrazo y entro a la tienda.

Me acerco al mostrador y ahí está una señora regordeta.

—¿Hogwarts querida?

—Sí, por favor— La timidez me consume.
La señora me sube a una plataforma, me pone una gran túnica definitivamente no era mi talla; y luego empezó a hacerle ajustes. Cuando terminó se fue detrás de unas cortinillas. Apareció más rápido de lo mágicamente posible.

—Aquí tienes querida.

—Gracias Madam Malkin.

—Es un placer atender a la hija de las criaturas, ¡Feliz cumpleaños majestad!— Me hace una pequeña reverencia.

—Gracias, pero no es necesaria tanta formalidad y porfavor...

—No le diré a nadie que estuvo aquí.— Me respondió con dulzura.

—Gracias.

Iba saliendo cuando me tropecé con algo, o mejor dicho con alguien.

—¡Fíjate  por donde vas sangre...— interrumpí su cacareo antes de que terminara.

—Lo siento, no fue mi intención.— Las hebras de mi cabellos se tornaron de un rosa obscuro justo como en la mañana.

El muchacho de cabello platinado casi blanco y ojos gris intenso, me observó de arriba a abajo.

—Discúlpame a mi.—me contesto más calmado.

Por alguna razón no me dejaba de mirar, era casi incómodo.

—Veo que eres metamorfomaga.

—Lo soy.— Lo transformé de nuevo a su color inicial.

—Mi nombre es Draco, Draco Malfoy.

—Un gusto Draco Malfoy, pero debo  irme, me están esperando.

—Sí, claro— contesta con nerviosismo.

—Adiós.—Me despedí y salí corriendo.

Eso de verdad había sido muy extraño, nunca me habían mirado de esa forma, o más bien era porque nunca había salido de casa, de mi pradera. ¿Será normal observar tan fijamente a la gente?

—¿Lista querida?— Mi abuelo interrumpe involuntariamente mis pensamientos.

—Sí, vamos abuelo.

La Hija de las Criaturas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora