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Salimos del edificio de apartamentos, el sol caía lentamente por el oeste y Lucy caminaba a lado mío con tranquilidad. El flujo de personas que pasaban por la acera era considerable como normalmente esperarías de una ciudad tan poblada como Los Ángeles. Llegamos hasta su auto que estaba estacionado no tan lejos de mi apartamento, y al subirnos, Lucy se encargó de prender el motor rápidamente. Bajé una de las ventanas ya que hacía un calor horroroso dentro del auto, la humedad del ambiente me hacía sentir sofocada y al bajar ambas ventanas, toda presión se dispersó casi inmediatamente.

—¿Entonces qué pasó con Jodie? —preguntó Lucy mientras yo me entretenía encendiendo un cigarrillo. Ella incorporó el auto al tránsito y de ahí fue tomando rumbo al apartamento de los chicos.

—La maldita loca estaba a punto de esnifarse más cocaína que el puto Tony Montana —dicho esto, la pelinegra soltó una pequeña risa, y al ver que no me reía, me observó fugazmente con una seriedad increíble.

—Estás jodiéndome.

—Para nada, chingado. La maldita loca acababa de ponerse una puta sobredosis de mierda y ya estaba lista para echarse otra. Tuve que detenerla, me amenazó con una jodida botella de vidrio rota y de alguna forma u otra terminó con la muñeca quebrada, después obligué a Angie a que me ayudara a aventarla frente a las puertas del Hospital General. Fue una pinche locura.

—Yo sabía que terminaría haciendo una pendejada como esa. Bastaba con verle los putos ojos de desquiciada mental.

—Y además me vio la cara de estúpida, joder, ya no importa, está fuera de la banda —aspiré con frustración del cilindro, llenando mis pulmones de humo, para luego exhalarlo directo a la ventana abierta.

—Mierda, ¿y quién la reemplazará? —inquirió mientras se estacionaba cerca del apartamento de Dave.

—Te lo diré directamente. Creo que tú serás la mejor opción, maldita sea, Lucy, llevamos bastante tiempo conociéndonos, tocas bien y confío en ti. Di que sí —contesté apenas bajamos del auto. Tiré mi colilla sin preocupación alguna y de ahí en más nos adentramos en la edificación.

—Carajo, no lo sé... Digo, por una noche está bien, ¿pero ser un reemplazo definitivo? Debería pensarlo.

—¿No era esto lo que más querías cuando aún vivías con Violet? Esta es tu oportunidad, no la dejes ir, chingado. Triunfemos juntas, sé que lo quieres tanto como yo —la detuve frente la puerta del piso de Dave, no iba a dejarla avanzar sin que antes me diera una respuesta concreta.

—Está bien, puta madre, triunfaremos juntas —estrechamos las manos con sonrisas satisfechas en los rostros. De alguna forma, los poderes hipnóticos de Dave para convencer a la gente de hacer cosas se me había pegado un poco, y vaya que tenía sus ventajas.

Toqué a la puerta dos, tres, cuatro veces, sin respuesta alguna. Estaba a punto de derribar el maldito pedazo de madera viejo hasta que se abrió, revelando a un Dave mitad despierto, mitad dormido.

—Hey —saludó con la voz rasposa. Se talló los ojos y nos invitó a pasar.

—Te ves de la mierda, Dave —comentó Lucy, un poco disgustada.

—Joder, gracias por tu cumplido, me esforcé mucho por lucir así, la verdad —Dave se separó de la puerta y le dedicó una sonrisa bastante exagerada, no sin antes pasarse las manos por el cabello anaranjado y revuelto. Lucy caminó hasta la sala, esquivando botellas, cajetillas vacías de cigarros, platos sucios de comida, ropa, en fin; infinita cantidad de basura.

—Hola, guapa —le sonreí apenas me tomó de la cintura. Cerré la puerta detrás de mí, y apenas me volví a voltear en su dirección, recibí un beso en los labios por parte de Dave. Besarlo era como besar una botella de vodka directamente, y eso me atraía demasiado.

 𝕭𝖆𝖉 𝖌𝖎𝖗𝖑 / / 𝕯𝖆𝖛𝖊  𝕸𝖚𝖘𝖙𝖆𝖎𝖓𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora