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Pig Tom...

Mis ojos se enfocaron en su cabeza afeitada, facciones toscas, ojos verdes, mandíbula fuerte y nariz ancha. No era muy alto, pero sin embargo podía llevarme de un lado a otro con bastante facilidad a causa de sus notorios músculos. El cuarto donde entramos era una oficina donde habían varios libreros y estantes, además de una caja fuerte. No pude apreciar todo con la atención que me hubiera gustado, porque apenas al ingresar, Pig Tom me estampó contra la pared después de haber cerrado la puerta.

Solté un quejido y él colocó ambos brazos a mis lados, las miradas que sus ojos olivos me regresaban eran intensas; claramente llevaba años dentro del negocio. No era del todo viejo, sin embargo era evidentemente algunos años mayor que yo. Se inclinó hacia enfrente y sonrió, las arrugas en su cara profundizándose al instante... quizás no era tan joven como aparentaba.

-En verdad eres parecida a tu madre, Mary Jane Haze -enunció con un acento británico, yo fruncí el ceño inmediatamente, preguntándome cómo demonios sabía mi nombre completo-. Verás, tengo años esperando encontrarte, desde que Eliza murió, precisamente. Y por fin, esa peluca andante que llamas "novio" te ha traído hasta aquí.

Abrí la boca para hablar, pero prontamente él posicionó el dedo índice derecho, pidiéndome silencio.

—Shh, shh. Yo sé lo que has de pensar. No, no soy tu padre, afortunadamente —volvió a colocar el brazo en su lugar, cada vez más cerca de mí. Sonrió de lado y continuó hablando—. Escucha, tu madre murió y adivina quién fue el imbécil que le facilitó toda la mercancía... Así es, lo estás viendo ahora mismo. Eliza prácticamente no tenía en dónde caer muerta, como verás, y murió debiéndome varios billetes. Ahora, he escuchado por ahí que comúnmente las deudas se heredan, así que asumo que ya sabes de qué hablo.

—Mierda, ¿y qué te hace creer que tengo dinero para pagarte algo que yo ni siquiera pedí?

—Escucha, linda... Ese no es mi puto problema -comenzó suavemente, pero las últimas seis palabras fueron dichas con aspereza—. Lo bueno de todo esto, es que el dinero no es lo único con lo que podrías pagarme —se encogió de hombros y llevó su mano derecha debajo de mi blusa, enseguida sentí como si me hubieran prendido fuego. Le di un manotazo para luego escupirle en la cara—. ¡Puta madre, jodida cerda! —llevó una cachetada hacia mi cara que me hizo perder la estabilidad, y dio unos cuantos pasos hacia atrás para limpiarse la cara.

Escupí algo de sangre al piso, sintiendo un ardor punzante en la esquina izquierda del labio inferior. Me enderecé sólo para notar que Pig Tom estaba listo para atacar con los puños, pero fui capaz de agacharme gusto a tiempo. A nuestro lado se encontraba una gran caja fuerte metálica sobre un escritorio de color arena, la cual recibió el golpe. El hombre se quejó como reflejo, llevándose la mano hacia el pecho y agitándola mientras gritaba maldiciones. Vi que algo de sangre goteaba pero no tuve mucho tiempo para observar porque intenté correr hacia la ventana, la cual, por desgracia, se encontraba bloqueada.

Afuera de la puerta podía oír murmullos, varias voces masculinas mezcladas, y en momentos podía escuchar a Dave, aunque en ese instante no era capaz de procesar las palabras. Mi vista estaba un poco desenfocada y tenía que tomar grandes bocanadas de aire para mantener el ritmo corriendo de un lado a otro dentro de la oficina, en lo que planeaba qué hacer.

Como era de esperarse, el hombre se recompuso rápidamente, luciendo notoriamente enojado, apretó los labios y comenzó a caminar hacia la esquina donde yo me encontraba. A juzgar por su entrecejo fruncido, pensé que me lanzaría un golpe, pero al contrario, me tomó de la cintura y me elevó para finalmente colocarme sobre su hombro derecho como había pasado algunos minutos atrás. Intenté patalear, pero el cuerpo del hombre estaba tan bien trabajado que ningún impacto le causaba la más mínima molestia.

 𝕭𝖆𝖉 𝖌𝖎𝖗𝖑 / / 𝕯𝖆𝖛𝖊  𝕸𝖚𝖘𝖙𝖆𝖎𝖓𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora