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     //Punto de vista de Dave//

     Tomé el teléfono blanco de disco que usaba raramente, con la esperanza de que aún tuviera línea. Al acercarlo a mi oído pude darme cuenta inmediatamente de que aún no suspendían el servicio, y entonces comencé a marcar la serie de números que tenía apuntados en un viejo papel pegado al refrigerador desde hace quién sabe cuánto tiempo. La televisión murmuraba solitaria desde la sala, MTV mostraba un viejo vídeo de los Bee Gees el cual aparecía en la pantalla entrecortada por la interferencia que captaba la antena barata. Últimamente casi solo utilizaba el viejo teléfono para realizar negocios y ponerme de acuerdo con el dealer, pero ésta era una situación distinta. Esta vez, Dave Mustaine se encontraba casi rogando para que la persona del otro lado tuviera la cortesía de siquiera levantar el puto auricular. De pronto, el mensaje pre-grabado de la contestadora de Jane entró por mis oídos. Ya conocía el guión de sobra. Rodé los ojos, frustrado.

     «Hey, si oyes este mensaje, entonces eso quiere decir que tenía mejores cosas qué hacer que hablar contigo. Deja tu mensaje después del tono y toda esa mierda, adiós».

     Beep.

     —Hola nena, sé que ésta es la tercera vez que te llamo hoy, y supongo que ya sabes que no dejaré de hacerlo hasta que levantes el jodido teléfono —me rasqué la parte posterior de la cabeza, más por nervios que por comezón.

     Súbitamente me encontré a mí mismo sin saber cómo seguir, cosa que me sucedía muy raramente. Sentí un poco de desesperación, Jane jamás se había desaparecido tantos días seguidos de mi vida, y la urgencia de saber cómo estaba me carcomía vivo, aunque no se lo dijera. Tomé aire para continuar con el incómodo mensaje, pero me vi interrumpido cuando escuché que alguien por fin levantaba el teléfono.

     —¿Qué onda, colorado? —contestó Jane con su usual tono energético, como si se hubiese echado un Red Bull completo de un solo trago hace cinco minutos. Tuvo que gritar ya que se podía escuchar a Scarlett tocar la batería de fondo, repitiendo la misma secuencia una y otra vez... Seguían ensayando. Alguien se cree John Bonham.

     —Vaya, por fin alguien se toma la molestia de contestar mis llamadas —intenté no sonar muy amargo, pero fracasé.

     —Mi amor, tú sabes que la batalla de bandas se acerca... Sólo quiero ser la mejor, como tú —escuché que sus compañeras de banda le gritaban cosas, como haciéndole burla, lo siguiente que alcancé a oír fue un portazo y por fin podía identificar su voz con más claridad. Probablemente se había encerrado en el baño con todo y el teléfono.

     —Lo sé Jane, y te entiendo, pero... Quién sabe, supongo que te extraño un poco —aquello último lo dije en voz baja y con prisa, con esperanzas de que me entendiera sin tener que repetirlo.

     —Joder, ¡eso es nuevo! Quizá deba desaparecerme más seguido —podía visualizarla en mi mente frente a mí, jugando con algún mechón rizado de su cabello, retorciéndolo así como amaba retorcerme el corazón, y mirándome con esos ojos chocolatosos y coquetos.

     —Ja, ja, qué graciosa —respondí con sarcasmo—. En fin, sólo quería decirte que planeo salir con los chicos de Megadeth más tarde, habrán varias bandas tocando esta noche en el Whisky. Yo invito.

     —Sabes que me encantaría, Dave, pero...

     —Sí, sí, esto ya lo he oído antes, tienes que ensayar...

     —Ya sabes que si no tuviera esta puta batalla tocándome los cojones me encantaría ir contigo —logré identificar algo de pena en su voz, pero estaba un poco distraído enfadándome por cosas que, en teoría, no me deberían molestar.

 𝕭𝖆𝖉 𝖌𝖎𝖗𝖑 / / 𝕯𝖆𝖛𝖊  𝕸𝖚𝖘𝖙𝖆𝖎𝖓𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora