¿Qué Sucedió?

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Isabel y Azul se separaron, él la contempló, mirándola a los ojos, aquellos llenos de lágrimas que buscaban su dueño. Isabel sentía cómo su corazón se aceleraba entre más la miraba él.

''Esos ojos tan brillantes... —Pensó ella mientras lo veía. —Quiero que sean míos.''

Poco a poco sus caras se iban acercando, buscaban los labios, hasta que llegó al límite, él la besó. Los dos cerraron los ojos, él sentía como se completaba, al igual que ella... Era como si siempre se hubieran necesitado. 

Azul levantó la cabeza, miró a Isabel y ella aún con los ojos cerrados, sonrió. Azul tomó una copa de vino que estaba servida en la mesa, Isabel abrió los ojos y lo vio.

—¿Ahora tomarás tú? —Preguntó Isabel. 

—Sí, ahora yo soy el que está feliz. —Respondió Azul dándole un abrazo a Isabel. 

Cuando acabó la fiesta, Azul llevó a Isabel a su casa, la tía se enojó con ella porque llegó ebria, la tía la llevó hasta la cama y la acostó. 

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—¡Ah! Me duele cabeza. —Sé quejó Isabel al levantarse. —¿Cómo llegué hasta la cama? ¿Qué pasó anoche ?

Isabel se paró rápido de la cama y fue al baño, se llevó un gran trago de agua y se lavó la cara, se cepilló y bajó.

—Buenas tardes, Isabel. —Le saludó su tía.

—¿Tardes? —Isabel no entendía. —¿En serio?

—Muy en serio... Son la 1:12 de la tarde. —Respondió su tía sentándose en la sala. 

—Tía, me duele mucho la cabeza... 

—Toma una aspirina. Te hice un zumo en puro limón para la sed que te dará ahora. —Comentó su tía un poco seria. —Me prometisteis que no ibais a tomar, Isabel.

—Lo siento, tía... —Isabel se sentó al lado de ella. —Estaba aburrida y era lo único que podía hacer para distraerme. 

—¿No te dió pena con el chico? —Preguntó su tía. —Él fue el que te trajo, casi no podías caminar. 

—¿Él? —Isabel trató de recordar el momento en el que la trajo. —¡Por Dios, qué pena! No caí en cuenta. 

—¿Y qué fue lo que hicieron? Llegaron muy tarde. —Comentó su tía.

—¿Qué hicimos? —Isabel recordó un poco borroso que estaban hablando de Samuel. —Ay Dios mío... ¡Qué vergüenza!

—¿Qué pasó? ¿Hiciste un show por allá, Isabel? —Preguntó su tía muy graciosa. 

—Casi... Ay no, ¿Ahora cómo lo miro a los ojos? —Isabel estaba muy avergonzada.

—¿Qué pasó?

—Sólo sé que estábamos hablando de Samuel, no sé que fue... —Respondió Isabel.

—¡Ay no! Tiraste todo, Isabel. —Su tía se dejó ver decepcionada. —Ahora sabe que andas tragada de ese niñato y te va a dejar.

—¿Tú crees, tía?

—No creo, ¡Estoy segura! 

Isabel se paró de la silla y se asomó a la ventana para ver la casa del frente. Azul estaba sentado en una silla afuera de su casa. 

—Isabel, tienes que sacar a tu perro, ayer no salió. —Comentó su tía. 

—¿Qué? ¿Con ese infierno de sol? —Protestó Isabel. —¿Quieres que muera, tía? Además él está ahí, tengo vergüenza con él.

El destino: La leyenda del hilo rojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora