La leyenda.

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Pasaron una noche muy tierna, pero, antes de amanecer, los dos fueron a sus tiendas e intentaron dormir. Todos se levantaron y fueron a un pequeño riachuelo que quedaba cerca del campamento, a las 10 de la mañana, Kayla fue a levantar a Isabel y Azul, los dos estaban rendidos pero se levantaron.

Isabel se colocó un enterizo verde oscuro, se aplicó bloqueador solar, y salió de su tienda, todos estaban listos, así que fueron al riachuelo. Ella no dejaba de sentirse incómoda, normalmente no usa vestidos de baño y menos delante de tanta gente.

Apenas vió el agua se adentró y comenzó a disfrutar de ella, los otros chicos estaban tomando cerveza y molestando a todos, Azul no se salvó. Lo emparejaban con Isabel, él sólo la miraba de reojo lejos, Kayla lo hacía con Isabel.

—Sé en qué andaban los dos anoche, Isabel. —Comentó Kayla muy risueña. —¡Ay! Picarona, ¿Son novios?

—No, no... ¿De qué hablas? —Isabel se comenzó a sonrojar. 

—Ay, Isa... No me engañas, ya pasé por ahí. —Comentó Kayla. —Mírate, pareces una fresa de lo ruborizada que estás, entre los dos hay algo, lo sé.

—No, obvio no... —Respondió Isabel. —Ehm, sólo somos amigos.

—Cariño, esto va a resultar como lo veo, lo sé... Miralo como te mira, ese chico es guapo, no entiendo porque lo rechazas si es obvio que te ama, Isabel. —Kayla se alejó. —Iré por él.

—Oye oye, no... ¡Déjalo! —Isabel intentó parar a Kayla pero no pudo. Ella se agachó en el agua.

Kayla tomó de la mano a Azul, lo arrastró hacia Isabel y los dejó solos. Isabel miró el cuerpo de Azul y se sonrojó. Un abdomen definido, brazos marcados, muy varonil. 

—¿Te sucede algo, Isabel? —Preguntó Azul. —Estás muy sonrojada. 

—¡¿Ah?! ¿Y... Yo? ¡Lo siento! Eh, no... No me pasa nada. 

—Isabel, anoche todo fue tan hermoso. —Comentó azul tocando las mejillas ruborizadas de Isabel. —Sinceramente, valió la pena haber venido.

—¿Es por el beso? —Preguntó Isabel.

—Fue por el hecho de estar junto a ti. —Azul se acercó a ella y le dió un beso en la frente. —Bueno, sigue disfrutando, siento que te incomodo. 

—No, para nada. 

—Vale, entonces me quedaré contigo. 

Kayla se acercó de nuevo muy contenta, hizo que Azul fuera de nuevo a donde estaba, alejó a Isabel y hablaron.

—Yo vi ese beso en la frente, ¡Isabel le gustas! 

—Ay, bueno, sí, yo le gusto. —Isabel lo miró de reojo.

—¿Y entonces? ¿Eres tonta? ¿Por qué no se cuadran? —Preguntó un poco inquieta Kayla.

—Porque todavía sigo queriendo a mi amor de infancia, no puedo estar con él, queriendo todavía a alguien. No sería correcto.

—¿Amor de infancia? —Kayla se burló. —Por Dios, eso ya pasó, ya... Amiga, este es el presente, ama inquietamente, dale la oportunidad, hasta creo que te hará olvidar ese niño. 

—No lo sé, bueno, lo intentaré. —Respondió Isabel. —Sí el me pide que sea su novia le diré que sí. 

—Así me gusta. —Kayla abrazó fuerte a Isabel. —Me encantan, chicos. 

Después de salir a comer, volvieron al campamento, empezó a hacer frío, encendieron una fogata y se hicieron cerca de ella. Isabel se quedó en la tienda escuchando música, acostada. Kayla no fue a molestarla, ella sólo estaba tratando de dormir.

El destino: La leyenda del hilo rojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora