Miradas.

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Azul llevó a Isabel hasta su casa, en el camino, el la tenía medio abrazada. Ella se sintió extraña en parte, pero se sentía tranquila.

—Lo siento, esas chicas son muy agresivas. —Comentó Azul ya llegando a la casa. —Pero descuida, no volveré a dejar que te hagan daño.

—Gracias... —Isabel abrió la puerta e hizo que Sam entrara a la casa. —Bueno, Azul... Entraré ahora.

—Espera. 

—¿Qué sucede? 

—Te ves linda esta noche. —Comentó Azul, al terminar, fue a su casa rápido. 

Isabel se sonrojó bastante. Parada en frente de la puerta, se quedó varios segundos.

¿Por qué me coqueta si apenas me conoce? —Se preguntó Isabel a sí misma. —Bueno, creo que aquí no importa eso... Pero, me agrada

Poco después entró a la casa y se sentó en la sala. Su tía estaba haciéndose una mascarilla ahí también.

—¿Qué te pasa, Isabel? Has entrado muy ruborizada. —Le preguntó su tía.

—No me sucede nada... —Respondió Isabel. —Ah, bueno... ¡Ay! No sé.

—¿Te gusta alguien ya, chiquilla? —Preguntó vacilona su tía. —Vaya, eso realmente es rápido.

—No, no me gusta... Sólo me agrada. 

—Por algo se empieza, querida... Pero dime, ¿Quién es el chico? 

—Ehm... ¿Conoces el chico que vive al frente? —Preguntó un poco tímida Isabel.

—¿Ese muñeco que vive al frente? —Preguntó su tía. —Vaya, tenéis buen gusto, ese tío está guapísimo.

—Tía... —Isabel se sonrojó. —¿Tú lo conoces?

—Pues conozco a la abuela, es una señora muy educada y buena gente, de él, sólo me dijo que vive con ella hace siete años. 

—¿Eh? ¿Pero es de aquí de España? —Preguntó Isabel muy curiosa. 

—No lo sé, sólo me dijo que vive con él hace siete años. 

—Ah, bueno... ¿Qué hay de cenar, tía?

Isabel cenó y se fue a su cuarto, encendió su celular y navegó en las redes sociales hasta que se quedó dormida. 


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En la mañana, Isabel pudo levantarse ella sola, fue a arreglarse para ir a la universidad. Bajó a desayunar y salió en la camioneta de su padre. 

Llegó y se sentó a esperar debajo del árbol de almendra. Recostó su cabeza sobre sus manos e intentó quedarse dormida, en medio de su transe, sintió que alguien se sentó a su lado.  Isabel levantó la cabeza para ver quien era, y era Azul.

—Sigue dormida, tranquila... Sólo te cuido, aquí han robado cuando las personas están dormidas.

—Gracias, Azul. —Respondió Isabel, volviendo a su posición.

Mientras intentaba quedarse dormida, sintió una mirada sobre ella. La evitó en varias ocasiones, hasta que sin controlarlo se sonrojo. 

Es tan bella. —Susurró Azul, Isabel lo escuchó.

Isabel no pudo controlar la timidez, así que levantó la cabeza, estaba totalmente sonrojada.

—Ahm, ya se me quitó el sueño, además es... Es hora de entrar. —Comentó Isabel.

El destino: La leyenda del hilo rojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora