Revelación.

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A las 2 am se fueron. Él la llevó a casa... Mientras Azul entraba susurró: ''—Le diré la verdad...'' 


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Al día siguiente, Isabel se levantó a la misma hora de siempre, fue al baño y se arregló para ir a la universidad, como siempre, usó su ''Aceite de la buena suerte '', se colocó una camisa larga negra y un jean oscuro, tenis y ató su cabello. Bajó a desayunar y salió a la universidad, llegó a tiempo a la clase, todo transcurría normal, lo único fuera de él, es que Azul no había llegado. 

Kayla notó lo distraída que estaba Isabel y le habló.

—Oye, ¿Qué te sucede? —Kayla se paró de la silla.

—Ah que... Nada, no me pasa nada. —Isabel sonrió.

—No ha llegado el misterioso, ¿Qué le habrá pasado? —Insistió Kayla para sacarle la verdad a Isabel. —Es extraño, él no falta.

—Es muy extraño, ¡Estúpido chico! —Isabel se alteró. —¿También te parece? Él nunca falta, ¿Qué le habrá pasado?

—Ah, ya veo... Andas en las nubes porque no dejas de pensar en él. —Concluyó Kayla con una sonrisa. —Isabel, tranquila, no creo que algo le haya pasado, seguro no quiso venir y ya.

—Ojalá, pero sigue siendo un estúpido. —Comentó Isabel.

Al final de toda la jornada, Isabel se quedó en el salón sola, estaba repasando para un mini parcial que le harían; todos se habían ido, ella prefería el silencio, así que le agradó esa soledad.

Ya había pasado media hora desde que estaba repasando, el sol había desaparecido, truenos comenzaron a sonar, ella se asustó, pero lo olvidó al instante, ella debía seguir estudiando. Dos horas pasaron, ya eran las 3 de la tarde, hacía ya cuarenta y cinco minutos había empezado a llover. 

—Ya, creo que es suficiente. —Comentó Isabel, guardó sus libros y salió del salón. 

Había muy poquita gente en la universidad, se apuró y salió. Buscó un paraguas en la mochila, pero no la trajo, tomó su maletín y se resguardó de la lluvia mientras caminaba rápido para asegurarse y llamar a su chofer. Mientras ella caminaba rápido, alguien por detrás colocó una sombrilla.

—¿Eh? —Isabel miró a atrás, era Azul, cubriéndola con su paraguas. —¿Azul?

—Casi que no sales, Isabel. —Comentó Azul mientras la lluvia le caía; su larga cabellera estaba mojada, su saco blanco era lo único que lo protegía.

—Colocate la sombrilla. —Isabel tomó la mano de Azul y la direccionó para que el paraguas también lo protegiera a él.

—Eso no era importante. —Comentó Azul. 

—Claro que sí. Sí no te resguardas, podrías enfermarte.

—Enfermo me tiene otra cosa... —Comentó Azul un poco serio. —Isabel, debo hablar contigo.

—¿Aquí? —Preguntó ella. 

—Donde sea... Sólo quiero decirlo. —Respondió azul tomando las manos de Isabel que tenían más calor que las de él.

—Vamos a aquel restaurante, de paso tomamos algo. —Sugirió Isabel. —Sígueme.

Azul estaba nervioso, las manos le temblaban, sentía algo extraño en su pecho, no quería decir algo que cambiaría algunas cosas, pero debía hacerlo. 

Los dos entraron al restaurante, pidieron sólo café, Azul no miraba a los ojos a Isabel, se sentía incómodo.

—Bueno, ¿Qué me querías decir? —Preguntó Isabel, Azul ya se estaba alistando para hablar, pero Isabel cambió el tema. —Espera, ¿Por qué no entraste a la universidad hoy?

El destino: La leyenda del hilo rojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora