España.

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Al otro día en la mañana, Isabel esperaba nerviosa a que se levantara su padre, ya que él dijo que le buscaría una universidad, lo cual ella no quiere. 

Al rato bajó su padre, tenía una cartilla en las manos, una actitud muy contenta. Se sentó al lado de Isabel.

—Buenos días, hija. —Le saludó su padre.

—Buenos días. —Respondió. —¿Qué traes ahí?

—Ayer fui a hablar con tu madre, ella, a pesar de estar toda sedada, me dijo que era lo mejor que podía hacer, así que te inscribí en una universidad. —Respondió su padre contento. —Este es el folleto. 

—¿Qué? ¡Papá! No quiero entrar a la universidad. —Protestó Isabel. —Entiéndelo, ¡No quiero!

—Entiéndelo tú. —Respondió su padre. —Vamos a viajar a España.

—¿Qué qué qué? —Isabel se sorprendió. —¿España dijiste?

—Sí. 

—¿Y por qué por allá? ¿Es que no hay universidades en Buenos Aires o qué?

—Sí, pero irás a la mejor universidad de España. —Comentó su padre. —Además, no hay vuelta atrás, ya estás inscrita. 

—¡Ay no! —Isabel se enojó y se encerró en su cuarto. 

Le llenó el tazón de comida a Sam y se sentó a su lado mientras lo acariciaba. 

—Ay Sam, estoy tan molesta, siempre tengo que hacer lo que mis padres quieren. —Se desahogó con Sam. —Bueno, ojalá sea en la misma universidad que Mark, así no estaré sola.

Sam la miraba mientras comía. 

—No te preocupes, tú irás conmigo, Sam. No te dejaré aquí. 

Isabel se paró y fue al balcón. Se paró delante de él con las cortinas cerradas, se acercó a su tocador y sacó el anillo que Samuel le dió y se lo colocó.

—Bueno Samuel, si un día vuelves, creo que no me encontrarás... Lo siento. —Agachó la cabeza y la recostó en el vidrio. —¿No podrías llegar ya por mi? Te extraño, tonto.

Volvió a bajar, su padre estaba cocinando, lo que sorprendió a Isabel, normalmente  su padre no cocina, dice que no sabe o que no tiene tiempo. 

—¿Estás cocinando? —Preguntó Isabel aterrada.

—Sí. —Respondió. —Es una buena despedida.

—¿Despedida? 

—Sí, hoy nos vamos... —Respondió el padre de Isabel. —Así que la casa quedará a cargo de la ama de llaves, y pues, nos estamos despidiendo hoy de la casa.

—¿¡¡Hoy!!? —Exclamó sorprendida, Isabel. —¿Pero... Cómo?

—Sí, hoy empiezan las clases, así que ya perdiste un día, debemos estar allá en la noche, así que ve rápido a empacar que dentro de dos horas nos vamos.

—¿¡¡¡¡¡Qué!!!!!? —Preguntó aún más sorprendida. 

—En vez de sorprenderte, deberías ir a empacar. —Sugirió su padre. —Almorzamos y salimos.

—Pero papá... No voy a dejar a Sam. —Comentó Isabel.

—Tranquila, sé que no dejas solo ese perro, así que él también viaja. 

—Bueno, así, sí. 

Isabel subió rápido y empacó todo lo que pudo, ropa, maquillaje, zapatos... Todo. A Sam lo limpió con sus paños y le untó la crema que le tenía para el pelo de él. 

El destino: La leyenda del hilo rojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora