La Primera Noche.

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El avión aterrizó, Isabel tenía el corazón en la mano, ella no creía lo que acababa de hacer...

Miró a Samuel, él estaba dormido en su silla, tocó su hombro suavemente. Él la miró confundido. Al ver su rostro asustado él sonrió.

—¿Ya llegamos? —Preguntó. 

—Sí, ya... —Isabel bajó la mirada, el cabello le cubría el rostro. —Tengo miedo.

—Lo sé, es normal, supongo... Has vivido siempre con tus padres o bajo su mando, y pues... Este es un gran paso. Lo bueno es que tú me tienes a mí, no te voy a dejar. 

—Gracias, Samuel. —Isabel recostó su cabeza en el hombro de Samuel.  

—Descuida... —Samuel observó que todos empezaron a bajar. —Deberíamos salir, ¿No?

—Sí, vamos.

Bajaron del avión e hicieron todo ese papeleo que se debe hacer al llegar a otro país, recogieron el equipaje y salieron del aeropuerto. 

—Y ahora, ¿Dónde viviremos? —Preguntó Isabel confundida. 

—Tú tranquila, mi princesa. —Samuel tomó la mano de Isabel. —Ya tengo todo planeado. 

Un audi los recogió, los dos fueron hacia un apartamento en la ciudad de Amsterdam, en el bello Jordaan. Isabel estaba impresionada con tan hermosa ciudad, estaba encantada, sus ojos brillaban al ver el bello atardecer de Amsterdam.

Al llegar al apartamento «116 » Samuel abrió las puertas del apartamento. Tal y como ella lo imaginó, un lugar acogedor con un estilo contemporáneo. En el apartamento había una chimenea encendida por el frío que hacía en Jordaan. Isabel entró más y llegó a la habitación, habían dos, una grande como la principal, y una angosta que tenía un armario, se veía un poco incómoda esa habitación, en cambio la otra tenía una cama amplia, un gran armario y un baño hermoso, además de un ventanal grande junto a un balcón clásico. Era un bello apartamento.

—Samuel, esto es hermoso... ¿Cómo lo conseguiste? —Preguntó Isabel. 

—Mis tíos son grandes empresarios aquí, digamos que soy el sobrino preferido, así que no me iban a dejar vivir mal. —Respondió Samuel sonriente. —Pero obviamente no dejaré que ellos me den todo. Cuando nos organicemos mejor, conseguiré trabajo. 

—Hm... —Isabel se sonrojó. 

—¿Qué sucede? —Preguntó Samuel. —¿Te sientes mal?

—No, nada de eso... Es que, extrañaré la universidad... Además, no sé cómo conseguiré trabajo, sí no sé hacer nada, literal. 

—Ay, cariño... —Samuel se acercó a ella y le dio un beso en la frente. —Tranquila, mientras decides si quieres estudiar o trabajar yo me haré cargo totalmente de tí. 

—Es que me da pena... No lo sé, tengo que hacer algo. 

—No tienes porqué sentir pena, yo te lo dije, te dije que te iba a proteger y esto hace parte de eso, así que yo estoy encantado de hacerlo... Pero tú decides si quieres estudiar, que es lo que te recomiendo o trabajar. 

—Está bien, Samuel... 

—Traeré las maletas, no tardo. —Comentó Samuel tomando las manos de Isabel. —Vaya, sí que estás fría. 

Samuel fue por el equipaje, Isabel comenzó a recorrer la casa, el frío que ella sentía le hacía desear un café muy caliente, pero era algo difícil conseguirlo, acababan de llegar a esta ciudad y no conocían mucho, además tenían que acomodar el equipaje y hacer muchas cosas, pensó: ''No, quizá después...''

El destino: La leyenda del hilo rojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora