Jhan y la familia.

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Isabel se sentía mal, porque su madre siempre le educó con mano fuerte, era capaz de castigarla de manera severa o hasta golpearla. Isabel entró rápido a la casa, se cambió el uniforme, cerró la puerta de su habitación con seguro y se escondió entre las cobijas. 

Isabel se paseaba de lado a lado en su habitación, se veía preocupada, como cualquier niño cuando le van a pegar. Se decidió por hablar y dejar de temer. Era valiente, podía arriesgarse. Isabel salió al balcón de la casa, casi a un costado, podía ver hacia la casa de Jhan y a su patio. Estaba pendiente a la llegada de su madre. 

Mientras estaba en el balcón, tocaron la puerta. Isabel corrió rápido hacia ella.

—¿Quién es? —Preguntó Isabel anticipadamente antes de abrir.

—Soy yo, niña Isabel. Abra la puerta. —Respondió su niñera.

Isabel abrió lentamente la puerta y dejó ver a su niñera junto a un niño, junto a Jhan.

Jhan colocó una gran sonrisa en su rostro. La niñera lo dejó seguir, Isabel un poco molesta, volvió a cerrar la puerta con seguro. Lo miró un poco malhumorada.

—¿Qué te sucede ahora, Isabel? —Preguntó Jhan un poco serio.

—Me van a castigar, o peor... Golpear. —Isabel se sentó en su cama y agachó la cabeza. —No volveré a desobedecer.

—Tranquila, Isabel. —Jhan se sentó a su lado y le tomó un cabello. —Yo diré la verdad.

—¿Cuál verdad? —Preguntó Isabel un poco extrañada.

—Que yo te convencí de venir caminando, que tú querías venir con tu chófer y por mi culpa no lo hiciste. —Jhan le sonrió. —Tranquila, no te pasará nada.

—¿Y tú por qué dirás eso? —Preguntó Isabel con lágrimas en los ojos. —Esas son mentiras.

—Son verdad... Créelo. —Respondió Jhan, subió su mano hasta la cara de Isabel y le secó las lágrimas. —No vayas a llorar.

—¿Por qué eres tan bueno conmigo a pesar de ser tan mala contigo? —Preguntó Isabel mirándolo a los ojos.

Jhan reflexionó un poco, no se iba a delatar, no se le declararía hoy... Optó por responder algo diferente.

—Porque me caes muy bien. —Respondió Jhan.

Isabel no pronunció palabra alguna. Salió al balcón y se recostó en las barandas. Jhan la siguió y vio su casa de lejos. 

—Mira Isabel, esa ventana que ves. —Jhan señaló su casa. —Es mi cuarto. 

—Que bien por ti. —Pronunció Isabel un poco desanimada.

—¿Sigues triste? —Preguntó Jhan también desanimado. —Pues no.

Jhan se le acercó, empezó a hacerle cosquillas, ella, es muy sensible, así que soltó una sonrisa.

—Basta, basta... ¡Jhan! —Isabel golpeó a Jhan en el brazo derecho. —No me hagas cosquillas.

—Auch. —Sé quejó Jhan. —Tienes mano pesada, niña.

Isabel escuchó llegar un carro, entró rápido a su cuarto. Miró a Jhan desesperada.

—¿Qué pasa? ¿Llegaron tus padres? —Preguntó Jhan algo agitado. 

—Sí, mi madre... —Respondió nerviosa, Isabel. —Ahora sí me van a castigar.

—Ay, Isabel. —Suspiró Jhan.

—Ni digas eso, ¡Tú dijiste que me ayudarías! —Exclamó en voz alta, Isabel. 

—Ah verdad. —Jhan colocó una sonrisa nerviosa.

Poco después, tres golpes sonaron en la puerta, fueron suaves, pero contundentes. Isabel se dirigió rápido a la puerta, con la mano temblorosa quitó el seguro y la abrió.

Vio a su madre... Parada de una manera muy segura, se veía enojada... Pero cambió su mirada al ver a Jhan sentado en el suelo del cuarto de Isabel, se vio sorprendida.

—¿Quién es él, Isabel? —Preguntó su madre. 

—Él es... —Pronunció Isabel, siendo interrumpida.

—Mucho gusto, señora... —Dijo Jhan parándose del suelo. —Mi nombre es Jhan, me acabo de mudar y soy compañero escolar de Isabel.

—¿Jhan? —Preguntó extrañada la madre de Isabel. —Bueno, mucho gusto. Barbara De Fiarro.

Isabel notó la empatía que hubo entre su madre y Jhan, se sorprendió bastante, ya que normalmente a ella no le gustaba que Isabel tenga amigos.

Jhan declaró la historia acordada, Barbara la creyó y después dejó a Isabel venirse con él. 

Isabel no creía lo que sucedía, normalmente en un caso de estos, ya Isabel estaba castigada, pero no le dijo nada, al contrario, le recompensó.

Jhan se puso feliz e invitó a Isabel a su casa, quería mostrársela. Su madre la dejó ir y fueron. En el camino, por un momento, Jhan tomó la mano de Isabel, ella lo miró aterrada y la soltó.

—¿Qué haces? —Preguntó Isabel un poco molesta.

—Perdón, perdón. —Se excusó Jhan agachando la cabeza sonrojado. —Ehm, deberíamos ir rápido.

Isabel lo miraba de reojo molesta viéndolo demasiado avergonzado. Entraron a la casa, atravesaron el primer jardín, el cual estaban decorando, y llegaron justamente tras la pequeña tienda de la piscina, allí, Jhan invitó a Isabel a sentase. 

—Tu casa es muy linda, Jhan. —Comentó agradable Isabel. —Me gusta bastante.

—Gracias, Isabel. —Jhan sonrió y sé paró corriendo, salió de la tienda y trajo una mochila, era café oscuro, traía un candado. Jhan sacó la llave que estaba colgada en su cuello y la abrió. —Mira esto.

—¿Qué es? —Preguntó Isabel.

—Te tengo un regalo. —Jhan sacó un papel de esa mochila y se la mostró a Isabel. —¿Te gusta?

En el papel había un dibujo, al parecer era el boceto de el rostro de Isabel. El boceto se veía tan bien detallado, y en él se dejaba ver a Isabel frunciendo el ceño. Isabel vio el dibujo y puso una pequeña sonrisa en el rostro.

—Gracias Jhan. —Respondió Isabel. —¿Pero no podías dibujarme feliz?

—Pues, sólo puedo ver en mi mente, tu mala cara. —Respondió Jhan acercándose a Isabel. —Dame una sonrisa, una que pueda guardar en mi mente y pueda dibujar.

—Ay Jhan, no seas bobo. —Se quejó Isabel. —Yo  sonrío.

Jhan se acercó más y le empezó a hacer cosquillas. Ella se quejaba mientras se reía, le decía que parara, hasta que Jhan se detuvo.

—¡No lo vuelvas a hacer! —Gritó Isabel a Jhan. —No me gustan las cosquillas.

—¿No? Bueno... —Jhan se volvió a acercar a Isabel, ella sorprendida lo miró hasta que él le dio un beso a ella en la mejilla. 

Al terminar, miró a Isabel aterrada viendo a una persona en la entrada de la tienda, un hombre.

—H- Hola papá. —Saludó Jhan a él.

El destino: La leyenda del hilo rojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora