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  El timbre sonó, dando terminado las horas escolares así que sólo quedaba ir al comedor y dos infernales horas me esperaban con los brazos abiertos, junta a ese diablo disfrazado de ángel antes de volver a casa, después de eso, podría decir que tuve un duro día que ningún ser humano podría soportar.

  Solía ser la última en salir del aula y hoy no era de menos, me faltaba sólo un paso para salir de allí cuando Jimin apareció frente a mi cerrando la puerta tras él. La realidad es que cualquier chica estaría dando brincos de alegría por estar junto a este chico en una habitación y sobretodo, a solas; sin embargo a mí me estaba empezando a faltar el oxígeno y la sangre comenzó a dejar de circular como debía en mi interior por el enfado que producía su sola presencia.

— Tengo una serie de normas.– intente ahogar una risa que amenazaba con salir a flote.

¿Escuche bien?¿Dijo normas? Seguro se le subió a la cabeza ser el hijo del director

— ¿Quien te crees tú para darme normas a mí? ¿Te crees tú padre o algo así?

— Simplemente tienes que cumplirlas si no quieres que arruine tu vida, es así de fácil.– dijo sin rodeos.

¿Tengo que alegrar la mala suerte que tengo?

— Ahora escuchame y cierra la boca.– habló con un poco de pesadez.— Regla número uno, esta sumamente prohibido divulgarse que toco el piano.– comenze a morder mi labio para no reír ante aquella primera norma.

— ¿Por que?.– sin previo aviso Jimin empezó a sonrojarse.

— Simplemente eso a ti no te importa, no es de tu incumbencia.– me contestó fríamente.

— ¡Ah no! Su quieres que lo cumpla deberás decírmelo o me veré obligada a contar a todo el Instituto tus fantásticos dotes musicales.– aclaré que sólo así no diría nada.

  Jimin cerro fuertemente sus puños y pude notar como empezaban a blanquear sus nudillos perdiendo la poca paciencia que le queda y, no voy a mentir, aquella sensación de superioridad frente al "chico malo" me encantaba. Oh si, JungKook había investigado por las redes sociales entre clase y clase. El chicho, Jimin, apesar de ser un completo cerebrito y tener una calificación de diez, era un chico sumamente respetado, nadie se atrevía a meterse con él y buena suerte al que lo hiciera, aunque eso no me acordaba en lo absoluto.  Era todo lo contrario al típico nerd con camisetas de varios colores con la misma frase, que era conocidas por la mayoría de las personas, "Me gusta la física" o "I love science" y físicamente los que aparecían en televisión con la cara llena de granos y aparatos en los dientes.
  Jimin cerro los ojos antes de contestar.

— ¿A cuantos chicos malos, barra, misteriosos has visto tocar el piano?.– vale, imaginaba en mi cabeza cientos de respuestas, y muchas de ellas ridículas, pero aquella simplemente me sorprendió de tal forma que una apareció en mis labios. Intentando evitar que apareciera una gran carcajada, volví a estar seria por lo que prodigio.— Regla número dos, jamás actúes como si me conocieras, ya sea fuera o dentro de la clase, directamente no me hables.

— Jamas pensé que una de tus estúpidas reglas me iban a gustar, pero con esta, estoy totalmente de acuerdo.

— Regla número tres, última pero no menos importante.– Jimin agudizó los ojos y Dios un paso hacia mí, haciendo que unos pocos centímetros nos separaran.— No te enamores de mí.

My Sweet Bad Boy (Park JiMin Y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora