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La noche anterior la cual sucedió el evento no pude dormir, las razones eran casi obvias en aquel entonces. Debía dar explicaciones de porque no había completado mi misión, por supuesto que sería la primera vez en mi trabajo en que no pude haber logrado cometido, tampoco conocía las razones de por qué había hecho algo parecido, ya imaginaba las risas que llegaría a escuchar debido a mi "incompetencia" creo que la supuesta imagen que llegué a crear sobre una mujer sin sentimientos a la hora de hacer su trabajo sin remordimientos de por medios, se había ido totalmente por el caño.




Casi con total desgano salí de mi cama, sabía lo que me esperaba cada vez que mi jefe escuchaba que alguno de sus empleados fallaban en sus tareas obtenían una reprimenda bastante severa, jamás supe cuales podían ser. Me dirigí directo al baño de mi cuarto, abrí el grifo del lavado para lavar mi rostro, luego me tope con mi reflejo en el espejo, mirando con detenimiento las apenas notables ojeras que adornaban mi rostro, eran un tono violeta algo oscuro pero apenas se podían notar si alguno se quedaba a mirarme fijo.
Me vestí con la ropa que suelo usar cuando no estoy trabajando, esas ropas oscuras que me camuflaban en cada noche, una musculosa, jeans rasgados justo en ambas rodillas y por ultimo zapatillas.
Siempre dije que de día solo era una mujer normal que se ocupaba de cosas cotidianas de la vida, era Yumi una persona que trataba de mantener una vida social como cualquier otra, ¿pero qué clase de vida social podía tener sabiendo como es mi familia y donde pertenezco? Era casi imposible, apenas alguno se enteraba la verdad de mi se alejaba. Pues claro, ¿quién no se alejaría sabiendo que es la hija del mayor mafioso que pudo haber? jamás he podido conocer a alguien quien no le sucediera lo mismo que a mi, que maldijera completamente sus raíces pues cada descendiente se sentía orgulloso de tener tanto poder como riqueza provenientes de sus padres o de sus tíos. Yo no tenía nada de eso, solo un pequeño reconocimiento tan solo por trabajar para mi padre quien igual es mi jefe.



Su escritorio quedaba a pocos pasos de mi habitación, rodeé la perilla de la puerta con la palma de mi mano y gire esta para abrirme paso e ingresar al lugar. Como de costumbre el aroma del cuarto lo poseía un persistente olor a tabaco como a café recién hecho, tan solo con abrir a la puerta era notable.
- Buenos días, espero que hayas descansado por la noche. Muy bien, imagino que has cumplido con tu deber como siempre, Lucy. - Habló casi medio ronco apenas me presenté frente a él. Lo que caracterizaba a mi padre era que es un hombre gordo, siempre gustaba de vestir trajes elegantes con un pañuelo rojo que adornaba su bolsillo derecho. No había día en que no lo viera fumando un habano, con una pequeña taza de café en su escritorio leyendo el periódico matutino.
- Creo que conoces la respuesta, por supuesto que he cumplido con mi trabajo. - Mentí, no sabía por qué lo hice.
- ¿Estás segura de eso? - Preguntó, arqueando una ceja, no quitó en ningún momento su vista del periódico.
Reí con algo de sarcasmo, como si supiera que no era verdad.- ¿Por qué no iba de estarlo? - Dije apretando con algo de fuerza mi puño, tratando de ocultar todo rastro de sospecha.
- ¿Quieres saber algo? - Antes de que pudiera continuar dejó su lectura a un costado, arrojándola con cuidado sobre su escritorio, apoyó por unos minutos el habano sobre el cenicero para beber de la taza de café que posaba sobre un fino plato de porcelana que hacía juego con la taza, luego la volvió a dejar en donde se encontraba, apoyando vagamente la espalda sobre el respaldo de la silla.- Yuu Shiroyama, la persona a quien te mande a eliminar era bastante reconocido, bastante admirable para los jóvenes quienes querían ser músicos en un futuro parecía ser como un modelo a seguir para muchos. Lástima que no debió meter su nariz en donde no debía, fue por eso que formo parte de tu lista. Me resulta extraño, muy extraño diría, que no fuera el encabezado del periódico de esta mañana, ¿qué te parece a ti?- Preguntó esbozando una gran sonrisa en su rostro, enseñando esa fila de dientes amarillentos por culpa del café que bebía seguido.



Tenía un nudo en la garganta, sabía que había inventado lo de la muerte de aquel hombre, no tenía salida alguna, me sentía atrapada por ese asfixiante aroma a tabaco combinado con café. Tragué grueso, trataba de armarme de valor buscando alguna excusa lógica en ese momento.
- El objetivo no estuvo a mi suficiente alcance esa noche, las personas del lugar enloquecieron y armaron bastante revuelto.- Una sensación de alivió se presentó al momento en que dije una excusa bastante creíble, pero si no era caso, estaba perdida.
- Ya veo... muy bien, tienes suerte, otra oportunidad se presentará en cualquier momento, te avisaré cuando sea el caso. Ahora, retírate.
Mis ojos se abrieron por la sorpresa, jamás imaginé que pudiera haberme creído algo así, no importaba buscar maneras de como se pudo dar algo así, lo que importaba ahora es que necesitaba salir de ese asfixiante lugar y respirar aire puro. No había mejor forma de hacerlo que salir a caminar por las calles del vecindario ya que a esa hora no rondaba nadie y era extraño que mucha gente pasara por aquí. Resguardaba mis manos en los bolsillos delanteros del pantalón, me distraje por un segundo en mis pensamientos cuando choqué contra algo o alguien, hasta ese momento no lo sabía cuando volteé a mirar y cuando lo hice esa figura me resultó muy familiar, como si lo hubiera visto anteriormente... y para mi gran suerte, lo conocía bastante bien.

BlemishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora