Si no fuera por culpa de mis pensamientos de aquella noche, podía haberme dormido. Una y otra vez daban vueltas y vueltas, el plan se me había ido completamente de las manos.
Cuando por fin noté que la presencia de Yumi desapareció de mi lado era de madrugada, faltando dos horas para que finalmente despertara y fuera de golpe al estudio, por supuesto como acostumbraba hacer cuando algo se planeaba en la banda.
¿Pero por qué me atormentaba tanto? Es verdad, Yutaka perdió los estribos en cuanto le especifiqué mi idea, el verla con el rostro golpeado, fue como recibir una patada en el estómago.
Nada estaba claro, en absoluto, cuando me encargaron mi primer trabajo jamás pudiera haber imaginado, luego de que un par de años transcurrieran, estaría frente a una situación así. Un problema que se iría del alcance de mis manos tanto como las de mi compañero, estando a centímetros de asesinar a la mujer que me tenía como un muñeco por ella era la hija de una de mis víctimas. Si lo hubiera sabido desde un principio, nada de esto sucedería.
No fue para nada sencillo el engañarle de frente, como si fuera poco, buscaba la forma de que aquel recuerdo se desvaneciera con el agua que caía del grifo, estaba desesperado. Oía como las gotas de agua golpeaban contra los azulejos de la ducha, perdiéndome en el sonido que estos hacían. Apenas salí de la ducha comencé a caminar tal y como un paranoico por toda la habitación, Yumi aún no llegaba. Sin saber si eso me jugaba a favor o en contra, tenía la fácil decisión de marcharme lo más rápido que podía de mi hogar, dejando una nota atrás avisando de mi partida tan inhóspita al edificio de grabación que me correspondía.
¿Cómo... como podía cometer semejante traición y mentira a la única mujer en mi vida? Sabía muy bien lo que hizo hace una semana atrás, pero ella tuvo valor de detenerse y decir la verdad, que supuse, que le atormentaba esos días que estuvimos separados, a diferencia mía, idee un cruel plan para alejarla del camino que creía correcto, ocultándole cada parte de mi, evitando a toda costa el ayudarle con la muerte de Misaki.
Las luces se apagaban en torno conducía por las calles, sumergiéndome en pasadas memorias, mientras tenía la mirada fija en el camino, empezaban a agobiarme como si todo hubiera tenido lugar hace un par de días.
- ¿Qué diablos hiciste? - Ensimismado, cerré detrás la puerta del cuarto. Trataba de guardar la calma.
- ¿Tú que crees? Mi trabajo, Yuu, para eso me pagaron. - Respondió, se dio la vuelta y se acercó a mi. - Cúbreme. - Dijo dando una palmada en mi hombro.
- Esto no es lo que me has pedido, Yutaka, esto es demasiado. - Estaba más que conmocionado, el miedo llegó a controlarme completamente, arrodillándome junto al cuerpo sin vida de la mujer que yacía ahora en el suelo, evitando el gran charco de sangre, la cual brotaba por debajo de la cabeza. Repudiaba todo deseo de querer acercarme de más, como si quisiera buscar signos de vida, siendo algo totalmente imposible ya que el disparo fue limpio, directo en la cabeza.
- A ti no te lo han dicho, sencillamente a mi me han encargado asesinar a la esposa del jefe de la mafia Italiana. Tu tarea es otra, cubrirme. - Se paró a mi lado. - Lo lamento, Shiroyama... pero esto me fue encargado por mi superior, debes entenderlo... ya sabes que hacer. Si haces que parezca suicidio nadie se tomará la molestia en investigar. Haré que te lo asignen a ti.
Tragué saliva, pero no podía decir nada al respecto, ya había aceptado el trato, sin tomar en cuenta lo que me esperaba. Sin aliento, tomé el arma que portaba el contrario en ese preciso momento, envolviéndola luego con un pañuelo para limpiar cualquier huella que pudiera estar presente en ella.
¿Qué estaba haciendo? Tenía en mis manos el arma que utilizó para asesinarla, sencillamente podía usarla para el mismo objetivo, dispararle a él. Me había quedado helado de tan solo pensarlo e imaginar cómo haría luego para salir del embrollo en que me había metido en ese instante.
Me arrepentí al segundo, suspiré y nada más coloqué el arma con sumo cuidado entre las manos de la mujer muerta utilizando el pañuelo. Sin decir nada más nos retiramos de la escena.
Cuando me di cuenta, estaba parado en mitad de la calle, con las manos aferradas al volante. Me encontraba en una encrucijada, teniendo nada más que dos únicas opciones.
Me limité a tan solo a conducir, dejar todo de lado por unos miserables segundos hasta llegar donde me correspondía, pero me era imposible no imaginarla con el rostro golpeado y los moretones que tenía en el cuerpo, me enfurecía conmigo mismo con simplemente recordarlo con detalle. En cuanto llegué a mi destino, no me detuve en ningún momento hasta encontrarme con Kai, como era de esperarse de él estaría preparándose para grabar.
Hecho una furia, irrumpí en el cuarto, arrojando a un costado el tambor de la batería del adverso, que se interponía en mitad del camino. Enseguida el castaño me fulminó con una mirada sarcástica.
- ¿A qué se debe tu molestia hoy, Aoi? - Interrogó, encorvando sus labios en una sonrisa.
Reí irónicamente por la ridícula pregunta. - Por favor, Kai, no es necesario que finjas demencia, maldito.
- Debes aceptarlo, de una u otra forma. Si comenzaba a husmear en el pasado descubriría lo que hiciste. - Habló con total calma mientras se mantenía ocupado armando su batería.
- ¿Yo? ¡Tú la asesinaste, maldita sea! Yo tuve que encubrir las evidencias, cada una de ellas. Renuncié a mi empleo, por ella y también por tu culpa. Si llegaban a descubrir que alteré la escena me llevarían a la cárcel. Tanto como tú y yo somos responsables de todo esto, pero gracias a ti me has arrastrado... no debiste haberla golpeado, por el amor de Dios... ni mucho menos enviar esa carta.
Dejó caer unas varillas, las cuales tenía en mano, apenas oyó la última oración.
- ¿Qué carta? Yo no envié nada... - Murmuró. Mirándonos fijamente con una simple duda en nuestra cabeza. No iba a dejar que esto quedara así nada más, por supuesto que no, si no podía hacer nada respecto al pasado, podría al menos devolver todo el daño que le ha hecho a Yumi.
Nada iba a dejarme de brazos cruzados, si perdíamos al baterista de nuestra banda, que sea por una buena razón, que sea por los constantes golpes que daba una y otra vez en su rostro con mi puño.
Caí de rodillas, rendido y agotado. Tenía los nudillos todos pelados hasta el punto de que sangraran y el dolor sea insoportable. Poniéndome nuevamente de pie, observando por última vez la cara casi irreconocible del líder de la banda y retirarme teniendo mi diestra en alto. Volviendo a salir a la calle, con algo de dificultad tomé el móvil para llamar a emergencias, al hacerlo me adentré en el auto y me largué de allí.
¿Quién envío la carta?
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Blemish
FanfictionNombre: Yumi Fecha de nacimiento: 8 de junio de 1993 Nombre clave: Lucy Lucy, la más reconocida asesina de la mafia Vongola. Origen Italiano, por supuesto, nada más ni nada menos la hija de un gran mafioso en la...