El tiempo transcurrió, al menos una semana y media había pasado luego de haberme encontrado a Aoi cuando iba de camino al lugar que acostumbraba ir cada mañana. Se volvió una casualidad encontrarme al moreno sentado en la misma mesa que suelo ocupar junto a la ventana. Siempre ordenaba una taza de té de manzanilla, era un poco inusual para mi ver que un hombre le encantara la manzanilla, por otro lado yo prefería pedir té común. Con el paso de los días cada vez lo iba conociendo mejor, era simpático, le gustaba hacer bromas, nos reíamos mucho, le dábamos un aire muy divertido al local, siempre acostumbraba a estar muy silencioso y tranquilo, se llegaba a escuchar en ocasiones como la dueña lavaba los trastos en la parte de atrás donde se encontraba la cocina.
Era muy gentil, en ocasiones ordenaba uno de los postres del lugar y me dejaba la mitad a mi, tenía un muy buen gusto para elegir pasteles, no era de acompañar mi taza de té con nada, pero ese hombre cambio mis mañanas de una forma muy peculiar.
Pero... desde el día en que me enviaron a asesinarlo y al momento de haberme topado con él mis dudas seguían rondando por la cabeza, este hombre no era ninguna amenaza para mi padre, para nadie, mi curiosidad era muy grande, quería saber más de él. En ese entonces no sabía si me veía con el guitarrista para saciar mi sed de curiosidad o porque sentía una fuerte atracción hacia su persona.
No entendía que era lo que buscaba, tenía un gran enredo de emociones en mi cabeza, ¿hacía esto en nombre de mi padre? o ¿solo estaba al borde de enamorarme? Buscaba respuestas y para eso necesitaba encontrarlas de una o de otra forma.
Tenía suerte, mucha suerte, uno de los días anteriores lo había acompañado hasta su hogar. Mayor parte de la estructura de la casa tenía ventanas amplias, bastante altas, desde adentro se podía ver desde ellas todo el patio delantero, era lujosa demasiada grande para un hombre que vivía solo o eso pensaba. Ese mismo día tenía un concierto con los integrantes de su banda. Tomé provecho de la situación y me vestí como lo hacía cada vez que se me presentaba una misión, una chaqueta negra ajustada a mi cuerpo, junto con unos jeans negros que combinaban con mis botas, no quería dejar ningún rastro por lo que me coloqué un pasamontañas en la cabeza, nadie podría reconocerme.
Obviamente debía buscar una ruta alterna para llegar al patio trasero de la casa del guitarrista y entrar por la puerta posterior, rodee con total sigilo sin hacer ningún ruido que llamara la atención de los vecinos, aunque creo que ninguno se molestaría en hacer algo si así fuera, era un vecindario de gente con dinero a montones.
Salté por la barandilla que rodeaba el patio de la casa y rápidamente busqué una puerta, estaba completamente a oscuras y para mi gran suerte de ese día llevaba conmigo una pequeña pero de gran utilidad linterna en momentos de apuros. Logré hallarla y quitar el seguro de la misma, sosteniendo con mi boca la linterna para cerrar detrás mio la dicha puerta. Enseguida me hallaba en lo que parecía una pequeña sala, tan solo había un piano de cola en la misma habitación, lentamente recorrí cada rincón de la casa, era más grande de lo que aparentaba en el exterior, con un diseño algo minimalista. En la primera planta se encontraba una habitación con las guitarras que poseía entre cosas variadas, no era lo que estaba buscando. Oía el eco de mis pasos y de fondo se podía oír al igual el tic toc del reloj que se encontraba cerca de la entrada principal, me ponía cada vez más nerviosa, como si el tiempo estuviera en mi contra.
Llegué a la última habitación que se encontraba en la planta alta de la residencia del adverso, fue allí cuando grite para mis interiores << ¡Bingo! >>
Era el cuarto más oscuros de todos, me quité la linterna de la boca para retirarme el pasamontañas que comenzaba a asfixiarme debido a la tensión, este lugar era todo un tesoro, había bibliotecas llenas de carpetas las cuales contenían archivos, cada una de ellas estaban enumeradas, nada estaba fuera de su lugar. A la par que me adentraba me topé con su escritorio el cual sobre este se encontraba una identificación, tenía su foto pero... otro nombre. << ¿Murakami? ¿qué secretos escondes, Yuu? >> a simple vista se trataba de una identidad falsa, pero lo que más me había dejado anonadada y sin aliento era una placa que estaba justo al lado de la identificación... << ¡¿Es un policía!? >>
Dejé caer la placa sobre el escritorio, sentía mis manos débiles al igual que temblorosas, tenía un nudo en la garganta. Mi cuerpo no respondía pero no podía explicar porque me dirigí a revisar los archivos que se encontraban en aquellas bibliotecas. Revisé la última carpeta agregada y lo que contenía no era para nada agradable.
Fotos, exámenes forenses, entre otras cosas sobre el asesinato de una mujer caucásica de apenas cuarenta años, encontrada en el suelo de una habitación... no podía, no podía leer más, sabía muy bien quien era esa mujer, pero su rostro de repente se nubló a causa de las lágrimas que comenzaban a brotar de mis ojos.
Dejé todo en su lugar antes de que pudiera llegar, estaba a punto de entrar en pánico por todo lo que descubrí en una sola noche. Creo que no tuve en cuenta el famoso dicho "La curiosidad mató al gato" terminó por matarme a mi. En shock me eché hacía atrás y debido a mi torpeza había tirado algo del escritorio.
Iluminé con la linterna en busca del objeto que había arrojado sin cuidado, era una caja aterciopelada color rojo la cual llamó mi atención, debido a la caída se abrió y el objeto que contenía adentro no estaba. Lo busqué con desesperación pero mi torpeza era tan grande en ese momento que no me había percatado que estaba a un costado de la caja. Un papel se hallaba en el suelo, al levantar este tenía un mensaje escrito, "Para la única mujer que llegó a cautivarme, de ojos realmente preciosos."
Tragué grueso al leer aquella frase, tenía los ojos nublados de lágrimas, las sorpresas no dejaban de agobiarme pero esto llegó a hacer la diferencia de muchas maneras. Aparté mi mirada y tirado se encontraba un collar de plata y de adorno poseía un corazón azul marino, se asemejaba a un Zafiro.
El tiempo volaba y no sabía cuantas horas o minutos me quedaban, me apresuré a dejar todo donde lo había encontrado para salir de ese lugar, no imaginaba que una sencilla residencia podría ocultar los secretos más profundos de un hombre y quizás había arruinado el único regalo que me tenía preparado.
Que la luz del sol me cegara en una mañana mientras dormía era lo más molesto que podía considerar, terminaba por quitarme todo el sueño, hoy sería un día bastante ocupado. Enseguida me puse de pie para cambiar mi ropa y dirigirme como si fuera toda una furia, donde mi padre siempre estaba postrado en esa maldita silla detrás de un escritorio. Llevaba conmigo la prueba que haría finalmente levantar a mi padre de allí.
No más puse un pie en esa maldita habitación, arroje sobre la mesa la fotografía de anoche.
- ¿Que significa esto? ¡¿Por qué un policía tiene fotos de mi madre muerta?! ¡Explícame! - Estaba con los nervios de punta y nuevamente estaba a punto de desbordarme de lágrimas, ¿por qué alguien como Yuu tenía algo así? Finalmente tenía algo en claro, me sentía traicionada por el hombre de quien me había enamorado.
Mi padre al ver la foto dejo lo que estaba haciendo, tal como su habano sobre el cenicero, y la tomó entre sus manos.
- A tu madre la asesinaron... Yumi. Y ese policía te investiga a ti como la culpable del crimen, al igual que a todas las personas que te he pedido que mataras.- Habló con total serenidad, era la primera vez en tantos años que me llamaba por mi nombre real que por mi apodo. Un nudo en mi garganta se formó lo cual se me dificultaba el tragar saliva, no podía asimilar la verdad.
- ¿Qué? - Un débil suspiro desconsolado brotó de mis labios sin que me diera cuenta.
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Blemish
FanfictionNombre: Yumi Fecha de nacimiento: 8 de junio de 1993 Nombre clave: Lucy Lucy, la más reconocida asesina de la mafia Vongola. Origen Italiano, por supuesto, nada más ni nada menos la hija de un gran mafioso en la...