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El dolor solo se incrementaba más, parecía que me arrancaría la cabellera de un solo tirón, me superaba en fuerza y eso estaba bastante claro. No tenía idea hacía donde terminaría por llevarme, pero mis intentos de querer voltearme o zafarme, buscando liberarme además de saber quién se encontraba detrás de esto, el camino parecía largo y el dolor interminable, la garganta dolía por haber gritado de tal manera. Un suspiro de alivio brotó de mis labios enseguida que todo había cesado de repente, cayendo al suelo con brusquedad, no tarde en reaccionar y levantarme deprisa solo para devolver el golpe, apenas visualizando de quien se trataba, siendo en vano, ya que estaba todo su rostro cubierto con un pasamontañas negro. No demoró en darme un golpe fuerte contra mi mejilla, para sumar más de los moretones que ya contaba en la cara, otro dolor más que tendría que soportar. Dejándome algo mareada, tambaleé hasta caer sentada sobre el suelo, sintiendo un muy amargo sabor en mi boca, inclinando mi cabeza hacia abajo teniendo la vista algo borrosa, notaba como pequeñas gotas rojizas caían al suelo de madera, proviniendo de mi boca.

Escupí, un hilo de saliva colgaba de mis labios combinada con mi propia sangre. En eso, ataron mis manos detrás de mi espalda, con un material bastante duro que comenzaba a cortarme las muñecas poco a poco que intentaba desatarme de ese agarre, suponiendo que se trataba de un precinto. Una voz un tanto gruesa se hizo escuchar, estaba demasiado fuera de mi para poder responder, incluso voltear a ver al atacante, ese golpe sin duda me había descolocado lo suficiente. Desvié mi mirada por un segundo, notando una sombra frente a mi, apenas y distinguía de quien trataba, podría ser cualquier cosa, incluso un mueble, pero aquello se esfumó cuando noté que se movía. No hasta que tomaron mi rostro, sacudiéndome con levedad, mi visión poco a poco se despejó.
- Anda, reacciona. - Habló con algo de brusquedad en tanto chasqueaba sus dedos delante de mis ojos. Miré hacia ambos costados, tragué saliva, llamando mi atención la segunda figura que se posaba detrás del hombre que estaba delante de mi. Pestañé varias veces, en eso, noté como se retiraba el pasamontañas de la cabeza, dejando al descubierto una cabellera rubia con unos tantos mechones oscuros que le daban cierto contraste a la misma, siendo ligeramente corto, apenas llegaba a tocar sus hombros. Entrecerré mis ojos, sintiendo un leve deje nostálgico al ver aquel rostro particular, una leve punzada se hizo presente en mi pecho en tanto más le observaba. Respiré profundo intentando deshacer esa horrible sensación que crecía cada vez más, esos ojos oscuros me observaban de manera detallada.
Con las palabras ahogadas en mi garganta, traté de gesticular. - ¿A-akira...? - Titubee apenas, frunciendo mis labios como si me doliera el pronunciar ese nombre, cada letra de él. No me sorprendió para nada, el más tarde descubrir quién estaba frente a mi y no era menos que Yutaka.
- Bueno... ¿por qué no me sorprende que estés con Yutaka? - Mencioné con una sonrisa un tanto irónica, siéndome una necesidad el volver a escupir cuando dije el nombre de aquel hombre tan despreciable. Moviendo mis muñecas, cada vez que lo hacía, el precinto cortaba más mi piel. Habiendo por poco olvidado que no me encontraba solamente yo en esa pequeña sala, volteándome por un instante por simple instinto, vi a Yuu tirado en el suelo de espaldas, por igual atado de manos como yo misma me encontraba.

No comprendía porque poco me importaba el estado de Yuu en ese entonces, si estaba herido, inconsciente o quizás mucho peor que eso, todo lo que me interesaba era la presencia en ese momento de Akira. Estaba fuera de mi entendimiento el que por una parte me dolía el verle y mucho más el que esté en contra mía. El rubio se mantenía allí parado viendo como el castaño le daba indicaciones de lo que fueran a hacer. Mi mejilla comenzaba a hincharse conforme pasaban los minutos, no notaba ningún movimiento por parte de Yuu, ni siquiera si trataba de librarse de aquella atadura.
Lo único que oía, era mi respiración tanto como mi pulso aumentaba su ritmo, agitado, los nervios me comían por dentro sin saber lo que me esperaba luego o a ambos. Otra vez ese nudo en mi garganta apareció, las lágrimas se escurrían por mis mejillas de solo pensar que mi vida terminaría en las manos de la persona que una vez confié mi vida...


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⏰ Última actualización: Dec 16, 2018 ⏰

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