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¡¿Cuándo demonios pensabas decirme?! Todos estos años he estado tragándome la mentira tuya de que había escapado con otro hombre. ¡No era así, ni siquiera era capaz de dejarme aquí contigo! Gritaba, mis ojos desbordaban de lágrimas. Impotente e incapaz de hacer otra cosa, tan solo de pararme frente a el escritorio de mi padre y descargar todas mis emociones.



No hubo respuesta por parte de mi padre, solo una mirada fija. Sabía que significaba cuando guardaba silencio, que tenía razón en lo que dije. Tenía mis mejillas húmedas por culpa de las lágrimas que brotaban sin control. Lo observaba de forma desafiante por más que me sintiera vulnerable en aquella situación, apoyaba mis manos sobre la mesa, hundiendo mis uñas con gran fuerza en la madera en busca de una forma de deshacerme del enojo que me poseía en aquel entonces.
Suspiré, ¿qué más podía decir? no encontraba ninguna respuesta por parte de mi gran maravilloso padre, quien me hundió con él durante todos estos años, años de entrenamiento para cumplir su gran sueño de convertirme una asesina letal y profesional, convertirme a lo que llamaba ahora Lucy. Arranqué de las manos de mi padre la fotografía, creo que era el único recuerdo o quizás la última fotografía que podía existir de mi madre, salí del lugar corriendo y me encerré en mi habitación. En mis manos tenía la horrible imaginen del cuerpo sin vida de mi propia madre, observé esta con gran lujo de detalle como si tuviera la esperanza de hallar algo, algo que me condujera a quien me la había arrancado de mis brazos. Todo intento era inútil, no quería ver más esa foto, por lo que me deshice de ella y todo termino en mil pedazos sobre el suelo de mi cuarto.







En tan solo poco tiempo adoré hacerla reír con mis bromas, desde el día en que le había pedido el volver a verla, se convirtió en un hábito que formara parte de mi día a día. Si no me hubiera chocado con ella juraría que mis mañanas no serían lo mismo.
Misteriosa al igual que encantadora con su risa tímida, ella era diferente a todas las chicas que pude haber visto, ninguna gota de maquillaje llevaba en su rostro, su cabello oscuro se encargaba de resaltar esos bellos ojos azul marino que cada vez conseguían conquistarme poco a poco. Era un hecho, incluso mis compañeros sabían cual era mi rutina de todas las mañanas, encontrarme con la "chica misteriosa de ojos azules" ahora la víctima de las bromas continuas era yo.
Estaba dispuesto a dar el siguiente paso, pero sabía lo que era ser el centro de atención de las personas, además de ser un famoso guitarrista había un gran detalle de por medio, mi labor como detective a cubierto. No lo podía negar, guardaba muchos secretos inclusive a mis amigos de confianza, ¿cómo podía mantener una relación? una parte de mi vida la mantenía oculta por mi propia seguridad, no quería hacerle lo mismo a Yumi, no a ella. Cambió algo en mi, mis días eran más alegres, siempre me veían en el estudio con una sonrisa tonta en mi rostro, estaba enamorado, perdidamente enamorado.



Era sábado, tenía mi agenda libre y no existía mejor forma de pasarlo que saliendo, ese día en particular me había vestido más formal de la cuenta, antes de dirigirme a mi destino escribí en un pequeño papel una corta frase <<Para la única mujer que ha llegado a cautivarme, con ojos realmente preciosos.>> lo pensé de improvisto y lo guarde junto con la caja aterciopelada roja donde se encontraba la sorpresa que tenía para ella. Antes de que pudiera olvidarme algo, recordé la rosa que compré especialmente en esa ocasión. Estaba nervioso, debía de admitirlo pero jamás pude haber llegado tan lejos y estaba más que decidido a compartir mis días con alguien como ella.
Tomé aire cuando llegué a la entrada de la casa de Té, siempre era el primero en llegar, me gustaba esperarla con una sonrisa, si, eso quería lograr, buscaba hacerla feliz tanto como lo hizo ella en tan poco tiempo. Como de costumbre me senté en la misma mesa que cuando la vi por primera vez, esta vez sería para una ocasión especial.
No era normal, no lo era, estaba preocupado. Pasaron varias horas y todavía no había llegado, no era propio de Yumi... ¿habrá conocido a alguien más? De repente comenzaba a dudar. Apreté con gran fuerza la rosa que tenía en mi mano, no me imaginaba algo así, pero ella no se apareció ese día. Me levanté del asiento y caminé a la salida, mirando hacía ambos lados una vez que estuve fuera del establecimiento, de repente lo que había empezado como un día completamente de nervios y ansias, terminó en una mañana amarga y gris... otra decepción se presentó en mi vida. Arrojé la pequeña flor en el cesto de basura, que se encontraba a un costado de la salida, observando como lentamente se resbalaba de mi mano.


<<Hasta la persona a quien más cariño le has ganado, termina rompiendo tu corazón... >>

BlemishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora