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El sol del día pegaba fuerte en su cara, de tal forma que abrir sus ojos era casi doloroso. Las nubes no estaban por ningún lado aunque intentara buscarlas, y la sombra de los árboles no existían porque el lugar donde se encontraba no era nada más que pastizales tapando las llanuras.

No sabía dónde estaba, Yoongi no había conocido un sitio así antes, sin embargo, el sentimiento de tranquilidad que llenaba su pecho era lo suficientemente gratificante como para no preocuparlo.

Y entonces pudo ver, a lo lejos, la silueta de una mujer se mecía de manera cálida, como si en cualquier minuto el viento se la llevaría, y a pesar de que solamente eran contorneadas líneas de una sombra difusa, pudo distinguir que se trataba de ella.

—Haeyeon. —Susurró contento mientras movía ligeramente sus piernas. Se la podía imaginar riendo, fuertemente mientras decía su nombre, sin embargo, su propia sonrisa desapareció cuando noto que, contra más cerca estaba, más lejos permanecía la silueta.

Comenzó a correr, tan rápido como sus piernas se lo permitieron, intentando no desesperarse cuando supo que no podía hacer nada para intentar alcanzarla. De pronto, no había pastizales, la tierra bajo sus pies se hundió, obligándolo a caer al vacío, tan hondo que la sensación de sentirse atrapado le ahogó el corazón.

Yoongi despertó exaltado, jadeando por aire mientras se incorporaba en el sofá donde dormía.

El edredón se encontraba por el suelo y él estaba hecho un lío sintiendo las gotas de sudor deslizarse por los laterales de su rostro. Cerró sus ojos y masajeó su sien hasta sentirse completamente tranquilo. Los sueños con Hayeon eran cada vez más recurrente hasta el punto de volverlo nostálgico. Lo desesperaba un poco, porque se sentía como si la herida nunca fuera cerrar y como si no pudiera dar ese siguiente paso de superar una relación que terminó mucho antes de que él se diera cuenta.

Suspiró pesado, sin la más mínima intención de querer darle vueltas al asunto y tomó su celular. Eran las 5:30 de la mañana, las ventanas que daban al balcón mostraban el comienzo del amanecer en Seúl.

Sabiendo que no volvería a dormir, se puso de pie medio somnoliento y recitando una gran cantidad de maldiciones hacia su persona por ser tan sensible y no ser capaz de volver a cerrar sus ojos. Caminó hacia el dormitorio y cuando entró, fue directo en busca de sus ropas, pues lo único que vestía era un ligero bóxer de color burdeo.

No pensó mucho, y quizás fue el sueño o la somnolencia o porque se encontraba demasiado distraído como para darse cuenta que estaba vagando por el dormitorio de Jimin como si fuera el suyo propio. Quizás la costumbre, realmente, Yoongi no sabe qué es, pero, entró al baño con toda la calma, y sin darse cuenta que la llave de la bañera corría, deslizó la cortina.

Mierda y doble mierda. Lo primero que sus ojos vieron fue un trasero redondo, una espalda ancha ceñida en músculos, la cabellera rubia mojada y una voz cantando justo el coro de una canción de Justin Bieber.

Sus ojos se abrieron más de lo normal y estaba seguro que si hubiera estado bebiendo se habría ahogado. Él no era un pervertido como Namjoon que se encerraba horas mientras veía porno. Demonios, no. Él no era así. Pero ahora que despertó completamente al ver ese cuerpo frente a él, no pudo evitar seguir mirando demás.

Por un segundo creyó que hubiera sido genial si Jimin no se hubiera volteado, porque ahora la sensación de verlo a los ojos era incómoda. Jimin no hablaba, jadeaba abriendo y cerrando la boca, Yoongi sólo frunció el ceño un poco cabreado, como si quisiera decirle que no era realmente su culpa haberlo visto así.

HEARTBEAT #1; yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora