06 (i)

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Taehyung permanecía de pie frente al ascensor que venía bajando desde el 4to piso. Cambió su peso y se encogió en su sitio al sentir el frió entrar por la puerta gigante de la recepción. A su lado, su guardaespaldas mantenía la misma postura de acero, en posición de descanso militar observando para todos lados. No pudo evitar sonreír, era como si el muchacho nunca perdía la compostura. Sus miradas se encontraron y Taehyung le miró fijamente, era tan mono.

El ascensor sonó y las puertas se abrieron. Él fue el primero en entrar.

—Marca el 5to piso, Kukku.

El nombrado no vaciló y marcó el piso destino, haciendo que la luz brille alrededor del número cinco.

Y se quedó de pie ahí, muy cerca de la puerta con la misma postura que antes. Taehyung, quien ya estaba recostado en la pared del fondo, le miró de pies a cabeza de manera desvergonzada, casi deseando que su guardaespaldas se diera la vuelta y le pille en el acto.

Relamió sus labios, secos y tragó duro. Nunca había tenido ninguna fantasía o alguna especie de fetiche con hombres vestidos de traje negro. Pero que el contrario, más joven que él, permaneciera ahí de pie, tan alejado, casi como si su presencia le repugnara, le calentaba; podía jurar que si seguía admirando la forma en como los músculos de su espalda se contorneaban; o como la tela negra marcaba su trasero, tendría una erección. Y le daría lo mismo.

Aquí, hay que explicar varias cosas de Kim Taehyung; su primer protagónico había tenido éxito, los fans crecieron y hace como un mes su agencia contrató los servicios de un guardaespaldas debido a que su manager le daba una crisis tremenda cada que notaba que las fans sasaeng se mantenían siempre a su alrededor.

El chico que ahora vela por su vida más que la propia, era Kukku, un muchacho de apenas 18 años; misterioso, callado, inexpresivo y decidido a mantener una sola tarea en el mundo: proteger su pellejo. Y Taehyung se prometió a sí mismo, por varias semanas no verlo como el príncipe que lo rescataba de aquella torre rodeada de dragones. ¡Joder no, que cursi!. Pero le fue inevitable cuando el castaño era todo músculos y carita de bebé. Le fue inevitable no terminar todo enamorado de él.

Taehyung pegó la cabeza contra la pared y le miró de soslayo. —Hey, Jungkook —Dijo, con voz suave utilizando el verdadero nombre de su empleado y no el tonto e infantil apodo que le había puesto—, no te voy a morder si es lo que te asusta, puedes acercarte más a mí, quien sabe, de pronto puede salir una fan por arriba y matarme, ahí tan lejos no podrás protegerme.

Era ridículo que solo él encuentre la situación excitante. Sabía que su guardaespaldas ni se avergonzaba cuando él intentaba coquetear. El chico era tan carente de emociones que ni se inmutaba ante sus palabras. Y Taehyung pareció haberse acostumbrado al automático rechazo.

Jungkook se giró a su dirección y mantuvo la misma postura. —La distancia entre usted y yo es suficiente para que yo pueda actuar rápido si ocurre un percance que perjudique su vida.

Taehyung levantó una comisura de su labio y resopló, porque, que alguien le golpee en sus pelotas ahora, el chico era inquebrantable. ¿Cuántas veces había intentado, aunque sea hacerlo sudar? Y no es como si pasara seguido, ni como si Taehyung anduviera por la vida teniendo fantasías sexuales con trabajadores uniformados. Era la primera vez que había tenido tantos deseos por alguien, y ese alguien ni siquiera lo tomaba en cuenta.

HEARTBEAT #1; yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora