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Sus orejitas yacían inclinadas hacia abajo, cada paso que daba solo lograba avergonzarlo más.

No podía creer lo que había hecho... quería llorar, de la vergüenza y la cólera.

Dispuesto a deshacerse de esos pensamientos, sacudió su pequeño cuerpecito para después echarse a correr en la dirección que había concordado con el albino.

Él no seria quien derramase lagrimas aquel día.
Su Yuu-chan aprendería la lección.

*-*

Rasgó la puerta al dar un paso dentro de la habitación, buscando con la mirada al único ser que lo hacía sentir tantas cosas al mismo tiempo.

Furia, amor, ternura, egoismo... ese chico llegaba a cautivarlo severamente.

— ¡Mika! —euforicamente fue levantado del suelo, aplastado entre dos brazos que parecían desear su muerte al presionarlo con tanta fuerza.

De forma instintiva, colocó una patita sobre el rostro ajeno para intentar apartarlo.
Como era de esperarse... no funcionó.

— Jojo~ que tiernos —inclinó la cabeza un albino que les observaba, para luego centrar sus ojos en el perrito de rubio pelaje, notando como éste luchaba por alejar el rostro del contrario con las patitas.

Carraspeó un poco, esbozando una sonrisa.

Inumika [Mikayuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora