— ¿Te parece gracioso? —se quejaba un pequeño en la mesa, mirando con inmenso odio los ojos del mayor.
— No... es más un tanto tierno. —reía aquel.
El azabache iba a lanzarse sobre su pareja, pero la campanita en su cuello volvió a distraerlo, cosa que causó una risa por parte del rubio.
¿Venganza? Algo similar parecía estar haciendo el vampiro, con la única diferencia que no pretendía causarle daño a su inocente Yuu-chan.
— O-oye, no es justo ¡quítame esto! —chillaba en un ruego llenó de maullidos.
— ¿Por qué?
— P-porque... —sus orejitas cayeron hacia adelante junto con el movimiento tenue de su rostro. La campanita emitió un tintineo.
A Mika ese gesto le llenó de ternura.
El pequeño podía ablandar su corazón de las formas más simples. Un don que solo su Yuu-chan poseía.
— Está bien... ven aquí... —las manos ajenas se deslizaron a través del cuello de Yuu, retirando de esa forma la correa que mantenía fija la campanita.
El gatito se lanzó contra sus piernas, acurrucándose en ellas de la forma más cómoda que pudo. Mika había regresado a la normalidad… suponía que pronto lo haría él también.
— Yuu-chan, te contaré un pequeño secreto. —murmuró el ojirubí acariciando el cuerpecito oscuro del gatito.
Aquel ronroneó al tacto.
— Cuando regresé a la normalidad... no tenía ropa. —con claridad y sencillez sus palabras fueron deslizadas y transmitidas a la persona para quien iban dirigidas.
Yuu no le tomó importancia por unos segundos, hasta que sintió dos manos aferrándose a ese pequeño y peludo cuerpecito que tenía.
Ahora lo entendía...— Nada de pociones otra vez ¿si?—la sonrisa malvada en el rostro del vampiro le dio la única confirmación que necesitó para aclarar sus sospechas.
Era definitivo, su castigo había sido dictado.
Esperaba y al menos Shinya guardase aún la silla de ruedas.Las pociones eran peligrosas si se las usaba mal.
Pero quizá encontrase una que le ayudase a componer sus caderas después.— Mika... M-mika... no vayas a...
— Inumika para ti, pequeño travieso.
‹.•°•.Fin.•°•.›
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Inumika [Mikayuu]
FanfictionNosotros hemos llegado a conocer lo idiota que puede ser Yūichirō algunas veces... Si, me refiero a ese azabache que más de alguna vez nos ha dado ganas de tomarlo por el cuello y ahorcarlo debido a las estupideces que comete. Bueno, esta vez no es...