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B-bajate... —chilló el gatito, tartamudeando al verse vencido por las lamidas del perrito a sus orejas.

De alguna forma, el sentir esa húmeda lengua paseándose por las orillas de sus oídos lo estaba poniendo cada vez más sumiso.

Quería retorcerse de placer como lo hacía siempre al estirar sus brazos en la cama, y es que las cosquillas en todo su cuerpecito no daban crédito a que se detendrían.

Pero ser un gato no ayudaba.
Mucho menos con un pesado cachorro sobre él, negandose rotundamente a quitarsele de encima.

Mikaela sonrió para sí.
No iba a abusar de un gatito tan frágil, pero la idea de hacerlo no le parecía tan desquiciada.

M-Mika.. Por favor... —pidió entre suspiros suplicantes. Sentía que algo no andaba bien, y no podía detenerse a pensar en ello cuando su novio parecía dispuesto a volverlo loco con cada lamida que le proporcionaba.

Y, tal y como el azabache pensaba que sería.
Algo pasó, callando todo sonido existente entre ambos.

La escena se había perdido.

El rubio abrió los ojos, claramente sorprendido por lo que estaba apreciando frente a él.

De la cabecita del gatito, podían apreciarse no solo sus orejitas negras, si no también un par de cuernos haciéndoles juego en color.

Tienes que estar bromeando...

Inumika [Mikayuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora