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Se sentía extrañamente redondito. Aparentemente la pancita de los gatos es muy pequeña… se infla al comer de más.

Pero, aunque fuese ahora una pelotita, debía llevarle comida a Mika.

Por lo qué ahora caminaba con un granito de arroz sobre su nariz.

Si... llevaba más en una pequeña bolsita, pero se cayó y... se lo comió...

Bueno, no iba a dejar que quedase en el piso ¡sería un desperdicio!

Mika~ te traje la... —cruzando la puerta de la biblioteca, dos manos lo alzaron del suelo, causando que el granito de arroz se deslizara y terminase en el suelo— ¡No!

Sus pequeños ojitos se aguaron, tanto que se había esforzado en llevarlo para su rubio.

Dispuesto a aruñar el rostro de quien se atrevió a tocarlo se giró encontrándose de inmediato con los ojos rubíes que tan familiares se le hacían, además de las hebras rubias que se inmiscuían por las facciones ajenas.

¿M-Mika?

Je... mi lindo Yuu-chan sigue siendo un gatito…

La sonrisa perversa en el rostro ajeno, provocó un temblor en el más pequeño.

Necesitaría más arroz...

Inumika [Mikayuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora