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Allí estaba…

Un gatito negro, con unos bellos ojos verdes que le daban un toque inocente y frágil.
De complexión delgada, pelaje brillante y fino; unas orejitas puntiagudas, atentas a todo movimiento a su alrededor.

— ¿Meow? —maullo el gatito en el piso, confundido por la expresión estupefacta del perrito sobre la cama.

Una nueva confusión invadió su pequeño ser. Su voz había salido diferente...

Elevó su patita delantera hasta sus ojos, observándola a detalle con tranquilidad. Le había salido pelo…

Asustado, giró sobre su propio cuerpo, observando una peluda extensión oscura detrás de él.

No puede ser...

Más, en un intento por ver más de sí mismo y averiguar lo que sucedía consigo, terminó distrayéndose con el insecto que volaba sobre su cabeza.

Mikaela seguía observándolo. Todo rastro de emoción se había esfumado, dejando en su lugar, un frío silencio del que no podía salir.

¿Qué había salido mal?

Una vez hubo inspeccionado bien al menor desde arriba, se levantó, lanzándose hacia él para palpar con sus patitas el suceso que estaba llevándose a cabo.

Y, de entre todo, los pensamientos que le inundaban la mente no paraban de atormentarlo.
Inclusive había olvidado el objetivo de transformar al ojiverde en un canino.

Tener a Yuu-Chan como un felino... ¿Era bueno o malo?

Inumika [Mikayuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora