Un amor en Madrid

CAPÍTULO 1 MADRID

Alguna vez te has preguntado ¿Cuál es tu función en este mundo? A mí me ha pasado toda la vida y bueno a mis escasos 21 años, siempre me he preguntado el porqué de las cosas. Se supone que tendría que conocer el significado de ello, pero desafortunadamente, solo he estudiado hasta la preparatoria, pero en diferentes escuelas ya que mis padres viajan mucho y yo tenía que hacerlo hasta hace un par de meses. Ahora soy mayor de edad y puedo hacer lo que quiera...

Lo primero que me he propuesto hacer es emprender mi ruta de viaje, a pesar de que he viajado alado de mis padres solo ha sido por el país de Estados Unidos y bueno mis ideales no son estar aquí. Recuerdo muy bien el día que cumplí los 21, fue el 29 de Abril, ese día fue el mejor de mi existencia, no para mis padres fue más que obvio. -¿Estás loca Brenda? –la voz de mi padre regañándome, cuando le conté mi sueño que era seguir viajando pero sola, mi destino bien lo sabía <<Madrid>>.

Y no lo creo ahora estoy montada en un avión, si esto me lo hubieran dicho años atrás jamás lo creería. No soy fanática de lo material así que solo llevo puesto mis jeans, mi camiseta negra, las converse y mi chamarra. Alguien diría ¿y la maleta?, pero quiero empezar una nueva vida, así que solo he tomado mi vieja compañera mi mochila, un par de pantalones, unas pocas playeras y otros cosas que creo necesitare.

No sé qué es lo que me espera, pero ya no puedo echarme para atrás, tengo unos cuantos ahorros no es mucho pero creo que lo suficiente para poder vivir un par de días en lo que consigo un trabajo. –Abróchense los cinturones y prepárense para aterrizar. –escuche a la azafata decirnos. De manera que ya estamos en Madrid, en el estómago se me formo un nudo y sabía muy bien que no era porque ya estuviéramos aterrizando, más bien era porque ya estaba en el ciudad a la cual quería estar desde hace mucho.

Una vez que el avión toco tierra me desabroche el cinturón y me encamine hacia la salida, era mucha gente la que tenía que desabordar así que espere mi turno, cuando llego el mío simplemente me puse las gafas y corrí hacia la entrada del aeropuerto, no tenía que hacer fila para recoger una maleta, mi vieja mochila ya estaba en mi hombro, pase por todo el protocolo que se hace cuando estás en el aeropuerto, media hora después ya estaba en la calle, no sabía qué camino tomar así que metí la mano en la bolsa trasera de mis jeans y saque una moneda, si salía cara tomaría el camino derecho y si era cruz el izquierdo, alguien diría que estúpido lo que hago, pero de cierto modo siempre me ha funcionado se lo dejo al destino, así que lance la moneda al aire vi como caía en la palma de mi mano, la cerré e inhalé una fuerte calada de aire una vez que exhale abrí mi puño y me dirigí a mi rumbo, la moneda me indico que tendría que ir hacia la derecha.

Mire el reloj y marcaban las 11:44 a.m. era viernes y era mi día favorito de la semana, los rayos del sol ya eran muy intensos las gafas cubrían mi ojos, me quite la chamarra porque ya tenía mucho calor y seguí andando por el camino, no sabía a dónde ir, pero en mente tenía que lo primero que tendría que hacer era buscar un lugar en donde vivir.

Encontré una cafetería y no dude en entrar, no tenía hambre pero necesitaba beber algo o de lo contrario terminaría deshidratada, no había mucha gente en el local, así que entre y esa típica campañilla que tienen varios lugares sonó, eso me molestaba, un tipo que estaba tras la caja registradora alzo la mirada hacia mí y no sé porque sentí un escalofrió por todo el cuerpo, él me escaneo con la mirada de arriba hacia abajo y después volvió su mirada a la computadora que tenía en frente, yo me sentí algo extraña pero no le di mucha importancia así que me dirigí hacia el rincón del local. Me senté en una mesa para dos y en una silla puse mi mochila, una chica se me acerco entregándome la carta, me dio una sonrisa y se volvió hacia la barra, durante un tiempo escanee la carta, hasta que me decidí por un capuchino frio.