CAPÍTULO 4 LA PLAZA MAYOR

13 0 0
                                    



Que hago aquí sola, por un momento echó de menos a mis padres, no era agradable vivir bajo las órdenes de mi padre, pero al menos no estaba tan sola como ahora. – ¿Puedo sentarme? –Esa voz me saca de mis pensamiento, volteo y me encuentro con el tipo feo que me ha echado de su negocio. Bueno en teoría, porque si no mal recuerdo, Ameli ha dicho que es el hijo del dueño. Como ve que no respondo, se sienta y yo sólo me alejo más de su lado.

Saco el celular para entretenerme con el, y así poder evitar que me hable pero no funciona. –Sé que me he portado mal, pero creo que no es para que cojas el móvil y me ignores, si queréis me puedo marchar, lo menos que quiero es incomodarte más de lo que ya lo he hecho, solo quería disculparme.

-No tiene por qué disculparse. –escucho como suelta una pequeña sonrisa y cuando volteo a verlo se le han formado unos hoyuelos junto a su boca. –No veo porque hay que reírse de lo que he dicho, no le he contado un chiste. –agrego.

-Disculpa, no me reía de lo que has dicho, sólo que me causo gracia el modo en que me has hablado, como si fuera un viejo, y venga que no soy tan grande, es cierto que la barba me hace ver un poco más grande pero no es para tanto.

No puedo tratarlo de otra forma, después de cómo me ha tratado él a mí. Y entonces recuerdo lo que sentí cuando me ha tomado de la mano, esa extraña sensación, nunca antes la había sentido. -¿Por qué me has llamado Darry? –inquiere.

-¡¡QUE!!

-No nos conocemos, y que me hayas dicho como sólo mis amigos y conocidos me dicen, me ha extrañado. –y ahora que le digo.

-Bueno... ayer que estuve aquí... lo escuche. –miento, no puedo decir que Ameli me lo ha dicho.

-Ya. ¿No eres de por aquí cierto? –me pregunta.

-¡¡¡¡Brenda!!!! Gracias a dios estas aquí, cuando he vuelto y no te he visto, no sabes el susto que me he llevado. –dice Ameli, con la cara algo pálida, pobre que susto le he dado, mejor dicho toda la culpa la tiene este tipo.

-Tranquila, estoy bien. ¿Estás lista? –le pregunto para tranquilizarla.

-Seguro, vamos tenemos mucho por hacer hoy. –me alisto para incorporarme, la mano de Darry ya me está esperando para ayudarme, pero paso de ella, no quiero que me ayude ya bastante hizo para que la pobre de Ameli se llevara el mayor susto de su vida. La cara de Ameli es todo un poema, y me mira como diciendo de que me he perdido.

-Bien vámonos. –Me limpio el trasero no quiero ir andando por ahí con el pantalón sucio. Veo que Ameli y Darry intercambian miradas pero hago caso omiso.

-Vale, Darry nos vemos el lunes. –le dice.

-Claro que sí, espero volver a verte pronto Brenda. –el que haya mencionado mi nombre hizo que levantara la mirada hacia él. Pero de inmediato la aparte.

-Vamos. –me dijo Ameli. –Adiós Darry.

-Adiós. –respondió él.

Yo no dije nada, no podía ni quería decirle nada, así que solo me dedique a caminar al lado de Ameli. No volteé, para ver si él seguía ahí. Fue raro e incómodo el tiempo que estuvimos juntos. Caminamos varias cuadras más sin hablar, creo que Ameli, noto lo incomoda que estaba con el hijo de su jefe y por eso no ha dicho nada.

-¿A dónde quieres que vallamos? –su pregunta me saco de mis pensamientos.

-Bueno, la verdad es que no lo sé... cuando decidí viajar a Madrid, solo busque en internet lugares que podría visitar... y bueno, puede ser la Plaza Mayor. –Era verdad, cuando investigue lo que había en este país, me encontré con muchas cosas, pero también sabía que quería visitar Madrid porque una de mis escritoras favoritas es de aquí. He tenido esa ilusión desde siempre, el poder visitar los lugares en que se han desarrollado las historias que he leído o en donde han habitado las y los autores de todas las historias.

Un amor en MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora