CAPÍTULO 2 LA CASA

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Camino un poco más y me doy cuenta de que ya estoy en el edificio que se supone, Ameli, me indico, espero que sea este porque no veo otro que sea de ladrillos rojos, entonces me saco la nota que me ha dado con la dirección, en un marco veo el nombre de la calle y el numero de edificio, es la misma que está en el papel y entro, no veo nada parecido a donde tenga que registrarme o algo así, entonces vuelvo a sacar la nota y me fijo que el número de apartamento es el 20, tampoco veo algún elevador, de manera que utilizare las escaleras.

Después de subir 8 pisos por fin doy con el 20, no puedo esperar más para abrir, así que solo me deslizo sobre la puerta y termino sentada en el suelo, estoy literalmente agotada. Escucho que algo suena pero no sé qué es, hasta que me percato de que es mi celular, lo busco entre mis cosas pulso contestar.

-Hola. – es lo único que logro decir.

-¿Brenda? –escucho la voz de mi madre al otro lado del teléfono. –estas bien cariño. –No sé qué decir, creí que estaban furiosos conmigo, digo, el que no me hayan ido a despedir al aeropuerto me lo dejo más que claro. – ¿Hija sigues ahí?

Inhalo fuerte y entonces le respondo. –Si estoy bien, es solo que estoy algo cansada.

Escucho un suspiro de mi madre. – ¿Apenas has llegado a Madrid? –me pregunta.

-No. Ya llevo más de 5 horas aquí.

-Y porque no habías hablado tú padre y yo estábamos preocupados. –eso que me termina de decir me deja sin palabras, se supone que no aprobaban que me viniera a vivir sola a Madrid.

-Estoy bien, ahora me encuentro en mi nueva casa. –en teoría la verdad es que me encuentro fuera de ella, no sé con qué me voy a encontrar dentro de ella.

-Ya has conseguido un lugar en donde vivir, hija me alegro mucho.

-Así es, tengo que colgar, saluda a papá de mi parte y dile que sigo viva por si no creía que llegaría a mi destino. Te quiero mamá. –y sin más corto la llamada, creo que he sido muy grosera, pero ellos no creyeron en mí y ahora no lo creo, estoy en donde quería estar, bueno no tan literal.

Entonces me levanto, me saco la llave de la bolsa trasera de mis jeans y la introduzco en la puerta. La giro y esta se abre, debería entrar pero no me animo, no es mi casa y bueno, la verdad no sé porque Ameli me ha confiado su casa. Yo no lo haría si estuviese en su lugar, digo no soy una ladrona, pero yo no podría confiarle la llave de mi casa a una desconocida. Pero creo que no es bueno estar fuera de este lugar, tampoco conozco a los que viven aquí y como escucho pasos en la escalera doy un paso más y cierro de un portazo.

Empiezo a examinar la casa de mi nueva <<amiga>> la verdad es que no tengo muchas migas, solo una, Sabrina, y ella sí que me apoyo para que me viniera a cumplir mi sueño, me dio algunos de sus ahorros para que pudiera hacerlo sin la ayuda que obviamente me negaron mis padres. Al principio no quería tomarlos pero ella insistió, los acepte con la condición de que los tomaría como un préstamo.

Camino entre los muebles que tiene en el departamento, no son muchos, pero para vivir sola creo que son los indicados, cuenta con una pequeña sala de un sillón grande, un pequeño sofá, una mesa de centro y el televisor. Camino a la cocina que es pequeña con una barra y unos taburetes. Las dos ventanas tienen una buena vista, entonces me pregunto en dónde es que estará el baño, encuentro tres puertas e imagino que tras una de ellas se encontrara el baño y las recamaras, la verdad es que no quiero sentirme como una intrusa así que solo hago uso del baño y al abrir la puerta de en medio doy saltitos he atinado y es el baño. Cuando salgo recojo mis cosas que las he dejado en el piso y me siento en el enorme sillón, saco el teléfono y veo que marcan las 4 p.m. aún faltan dos horas para que Ameli salga del trabajo, me dirijo a la cocina para poder prepárale algo de merendar pero no encuentro nada más que unas cuantas latas de cerveza un poco de leche en el refrigerador, y algo de pan tostado en la alacena.

Un amor en MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora