CAPÍTULO 18 MI PRIMERA VEZ

8 1 2
                                    


Ya por fin es sábado. Una semana de trabajo termina. Mel aún no llega del trabajo, no tengo que prepara algo para la merienda porque he pasado por algo de comer a la cafetería que esta frente a la librería. Aún falta un par de horas para la salida de Mel. Así que creo que es buena idea empezar a sacar las cosas que mamá me ha enviado.

Tomo la cuerda que he comprado ayer y lo corto en cuatro partes lo ato a los pequeños tornillos que Liam me ha ayudado a poner sobre la pared. Listo, saco la pequeña caja que contiene un par de fotos y con ella las pequeñísimas pinzas para fotos. La primera foto que cuelgo es en donde estoy con Sabrina, con el uniforme de porristas de los Linces, ese día fue nuestro debut y despedida. Comprobamos que somos pésimas para animar a chicos que juegan lacrosse. Otra más es con las chicas del Instituto. De lugares a los que solíamos ir a visitar. Unas dos son mías y claro he imprimido algunas fotos de Mel y yo, otras con Liam, Joe y Logan. No tengo ni una con Darry. Las he colgado al lado del árbol que me ha dibujado Mel y que yo he pintado.

Mamá también me ha enviado una foto de nosotros tres, está la pongo sobre el buro viene enmarcada. Miro mi pequeña habitación y está empezando a tomar vida. Saco toda la ropa que me ha enviado mamá y la situó en la cama. Escucho abrirse la puerta de la entrada. Mel ha llegado.

-Mel. –la llamo. –Estoy en mi habitación. –puntualizo. No escucho respuesta solo escucho sus pasos. Tomo los ganchos y empiezo a poner alguna que otra prenda en ellos.

-Le habéis dado vida ya. –el gancho se me resbala de entre los dedos, me volteo hacia la puerta y me encuentro con él, con Darry. –está muy guay. –lo observo y se va hasta donde he colgado las fotos, las observa y después descuelga una foto en blanco y negro. –Esta es para mí. –me la enseña, es en donde estoy sentada en el suelo, esa me la ha tomado un amigo de Sabrina en NY, en sus días de fotógrafo. Entonces se la guarda en el bolsillo de su camisa.

-¿Cómo es que has entrado? –pregunto.

Me enseña las llaves, pero sin verme. Sigue mirando las fotos que he colgado. –Ameli me las ha proporcionado. –ya veo. –Esta no me agrada. –miro la que tiene en la mano y es una de Liam y Yo.

-Ya, pues da la casualidad de que a mí sí. –le aclaro, estoy molesta con él. Molesta porque durante una semana no me ha llamado.

Deja la foto en su lugar y se acerca hasta donde estoy. Me toma del mentón haciendo que lo vea directo a los ojos y ahí está esa sensación. –Me he estado conteniendo durante estos días de no ir por ti al trabajo, de no venir a buscarte. Respete el tiempo, creí que me llamarías. Que ya no puedo más. – cuando termina de hablar me toma de la cintura y me atrae a él. Me besa, y me besa cada vez más rápido, un beso que duele pero no del tipo de dolor que te lastima, sino que duele porque hace un par de semanas que no lo hacía. Gimo entre sus brazos y entonces me levanta del suelo, enrollo las piernas alrededor de su cintura y él me clava los dedos en las caderas. Camina conmigo y sin dejar de besarme hasta que siento la pared en la espalda.

Sube una mano por debajo de mi camiseta, siento sus dedos acariciando mi piel, arde, esta corriente me está quemando. –Bree. –dice jadeando en mi boca. Mis dedos descienden de su pelo hacia su espalda, a sus fuertes brazos. No sé qué me pasa, pero lo deseo. Aquí y ahora. –No. –me suelta y yo casi estoy mareada. –No. Bree, perdonadme. No quería hacer esto.

Se aleja de mí y me da la espalad. Pero es que no lo entiendo. –No soy lo suficiente mujer para llevarme a la cama. –cuando escucho la última palabra, me doy cuenta de lo he dicho en voz alta y no solo lo he pensado.

-No. Hermosa, no digáis eso. Tú eres la tía... chica. –se corrige. –más hermosa. –se pasa los dedos entre el pelo. –es solo que no quiero que penséis que solo quiero acostarme contigo.

-Darry, que no has visto que no te he apartado. Si no quisiera estar contigo te hubiese pegado.

-¿Segura? –pregunta, acercándose a mí.

Asiento y me da un pequeño beso. Tomo el botón superior de su camisa y comienzo a desabrocharlo. Cuando termino la deslizo por sus brazos, su cuerpo está muy marcado, se ve que hace ejercicio. Toma el dobladillo de mi camiseta y me la saca, me sonrojo. Estoy en bra frente a Darry. –Bree, no quiero que te sientas presionada.

Me cuelgo a su cuello y lo beso. Lo callo, no quiero que me haga cambiar de opinión. Lo beso y el me besa, me vuelve a levantar del suelo para que lo rodé con las piernas. Ambos vemos la cama que está ocupada por mi ropa, así que me baja hasta el piso sobre la alfombra. Sus manos recorren mi cuerpo y su boca saborea mi mandíbula y el cuello. Yo le paso las manos por la espalda. Se detiene un poco y creo que nuevamente me va decir que no. Pero me equivoco, desabrocha mis jeans y me los baja, me deja en bragas y sostén. –Queréis hacer lo mismo con los míos. –me dice. No lo pienso dos veces y le desabrocho sus jeans. Se los quita rápido junto con las botas. Después se pone sobre mí y sigue besándome y acariciándome. Reparte una serie de besos desde mi boca hasta mi vientre. Mi cuerpo reacciona ante sus besos y caricias. Mi cuerpo empieza a experimentar sensaciones que antes jamás había sentido. Me arqueo cuando me besa en medio de mis pechos. Darry me desabrocha el sostén y los deja al descubierto.

Primero me los masajea y después los besa. Su boca reclama la mía y yo la de él. Pero sin dejar de reclamar mis pechos, los succiona y esto está por matarme. Siento que su mano desciende por entre mis muslos y una gota de sudor me corre por la frente. Mete su mano bajo mis bragas, siento como lleva un dedo entre mi zona intima. –Mmm. Bree, mi Bree. –sigue su camino, me besa y siento que su dedo se introduce en mí. Jadeo.

-Darry. –se me escapa de entre los labios.

-Lo sé, nena.

-Darry, soy... ahhh. Soy... Virgen. –logro decir.

-Queréis que pare. –me dice.

Niego con la cabeza y entonces él continua, ahora no solo siento un dedo sino dos. Me está volviendo loca. Darry sabe lo que hace. Veo que se separa un poco de mí y se baja el bóxer. Me separa un poco más las piernas y se sitúa en medio de ellas. –Iré despacio vale.-me dice yo asiento. Se acerca más a mí hasta que siento que su miembro está en la entrada de mi zona intima. –Nena, mírame. –me dice y yo obedezco, entrelaza nuestros dedos y entonces siento como me penetra. Cierro los ojos porque siento un poco de dolor. –Tranquila. ¿Queréis que pare? –me pregunta. Niego. –Vale, me introduciré más ok. –y asiento.

Me llena, Darry está dentro de mí, y ahora ya no duele, esto está gustándome. –Voy moverme. –me dice. –si duele, decídmelo y parare, vale.

-Sí. –respondo. Darry empieza a moverse en mi interior. Después siento como sale y entra. Jamás he tenido sexo con nadie pero ahora ya sé cómo se siente y me agrada que mi primera vez sea con él, con mi Darry. Grito por lo que me hace sentir, pero Darry atrapa mis gemidos con su boca, después se apoya con los codos en la alfombra, echa la cabeza hacia atrás, grita mi nombre y se desploma sobre mí.

Minutos después me pregunta. –Todo bien. Hermosa.

-Mmmm. Sí. –me mira y le sonrió. Estoy muy feliz. Jala una manta de la cama y tapa nuestros cuerpos.


Un amor en MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora