CAPÍTULO 19 MI DILEMA CON UNA SIMPLE SOPA

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Abro los ojos y lo primero que veo es a Darry. Veo como su pecho sube y baja, es la segunda vez que me despierto y lo veo aquí conmigo, bueno, no es que hayamos pasado la noche nuevamente, solo nos hemos quedado dormidos después de, después de haber hecho el amor. Le doy un pequeño beso y me pongo mi vieja camiseta junto con un par de bragas. Salgo de la habitación, toco la puerta de Mel, pero no hay respuesta. Después recuerdo que aun que llegara no podría entrar. Darry tiene sus llaves, pongo la cafetera para el café, abro los contenedores de comida que he comprado. Lo suponía la sopa se ha enfriado, no sé qué sabor tome después de recalentarla, pero no tengo otra que cosa ofrecerle a Darry, salvo un sándwich pero yo no quiero uno. Así que la única manera de probar el nuevo sabor de la sopa, es recalentarla y ya después veremos.

Pongo dos málteles individuales sobre la barra, cojo dos tasas para el café. Busco los tazones para la sopa en los cajones de los trastes pero no doy. Miro un cajo que está en lo más alto. Y venga que soy alta pero no lo alcanzo, me estiro y logro abrirlo, efectivamente los tazones están ahí. Pero porque Ameli los guardara en ese lugar me pregunto, después me respondo sola, ella nunca cocina y siempre suele usar el mismo plato para todo.

Me estiro un poco más. –Hay, que no pudieron ubicar un poco más abajo esto o yo hubiese crecido un poco más.

-Tienes la estatura adecuada cariño. –escucho que Darry me dice, ya cuando me ha levantado del suelo. Cojo dos tazones y se los enseño.

-Listo, ya puedes bajarme. –lo hace y me besa. –Gracias.

-¿Por? ¿Por besarte? –me guiñe un ojo.

-Por esto.- vuelvo a enseñarle los tazones. Me regala una sonrisa y se sienta en un taburete. – ¿Tienes hambre? –le pregunto.

-Mucha. –responde mirándome los muslos.

-Darry.

-Que, si. Perdón. Te ayudo con el café. –se levanta y toma la cafetera, llena las dos tazas.

Yo lleno los tazones con la sopa, tiene buen aspecto pero no me imagino el sabor. ¿Y si no le gusta? Me digo a mi misma. Vamos no seas cobarde me dice mi yo interno. Bien le paso un tazón y me siento en el otro taburete.

-¿Pasa algo Bree? –pregunta. Niego con la cabeza. –entonces porque estas tan callada. Te arrepientes de lo que paso.

-¿Qué? ¡NO! Es solo que no se si te guste la sopa. –logro responder.

-Hay, eso. –me dice, regalándome una sonrisa.

-Sí, es eso.

-Vamos no será la primera vez que pruebe algo preparado por ti, lo recuerdas. –la única vez que ha comido algo que yo prepare fue el día en que me di cuenta de lo que sentía por mí.

-Sí, bueno es solo que yo no prepare esto. –me mira sin comprender. –me refiero a que lo compre para Mel y para mi, pero como estaba frio decidí recalentarlo, solo que no sé como sabrá ahora, tiene buen aspecto pero sabor no lo sé.

Sonríe, ve la sopa. –bueno la forma de comprobar la teoría es con la práctica, cierto. –asiento con la cabeza y veo como se lleva una cuchara a la boca. Me muerdo el labio y espero. –bueno no tiene mal sabor, le falta un poco de condimentos pero no está mal, anda pruébala. –me anima.

Hago lo que me dice y efectivamente no sabe tan mal. Merendamos conversando un poco de esto y de lo otro, me dice que Ameli le dio las llaves porque ella se canso de estar escuchando sus suplicas y accedió. Igual Ameli no llegaría a dormir porque se ha liado con Logan. Buena amiga que tengo me digo. Darry me ayuda a limpiar la cocina y a lavar los tratos que hemos ocupado. Miro la hora y son cerca de las 11 pm.

Pide quedarse y yo no me puedo negar, así que miramos un poco la tv le pone una de sus tantas insípidas series de crimen. Me acomodo más a su lado y él me acurruca, después me pregunto cómo es que le pueden gustar estas series a lo que mi yo interno me dice tú y tus series de adolescentes, y bueno es verdad siempre me han gustado, ahora estoy entrando en una etapa de adulto joven quizá con el tiempo mis gustos cambien, o quizá no. Madurar es sinónimo de crecer, sin dejar de hacer las cosas que te gusta, me repito como si eso fuera mi mantra del día de hoy. Suspiro e inhalo el aroma mentolado de mi novio. Darry me mira, me regala una sonrisa perfecta con sus hoyuelos y deposita un beso en mi frente.

-¿Tenéis sueño? –me pregunta.

-Mmmm. –respondo, sin abrir los ojos.

-Es hora de que esta señorita valla a la cama. –se aleja un poco de mí y yo no hago aman de levantarme del sofá ni mucho menos abrir los ojos. –Okay. –dicho esto siento los brazos de Darry al cargarme. Por fin abro los ojos y me encuentro con los de él.

Llegamos a mi habitación mira mi ropa en la cama, así que me deja en el pequeño sofá que están frente a la cama. Quita la ropa metiéndola toda en el closet, y venga no doblada y acomodada, sino, lo típico de los hombres. La hace bola y la mete, no tengo ganas de discutir sobre ello, así que lo dejo estar. Una vez cierra el closet, me acerco hasta él y la cama, le rodeo la cintura y lo abrazo. Al volverme a mirarlo me besa, subo mis manos hasta su cabello haciendo que el beso se intensifique, me besa y me alza. Enredo mis piernas a su cintura, sin decir más le saco la camisa y volvemos a besarnos. Me deposita sobre la cama con delicadeza y me saca la camiseta. No tardamos en volver a sentir esas sensación de electricidad hasta que estamos nuevamente excitados y volvemos a entregarnos a la pasión que se que nunca hubiéramos imaginado.


Un amor en MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora