Un amor en Madrid

CAPÍTULO 14 LIAM

Llego al edificio pero paso de quedarme en mi piso, así que subo unas cuantas escaleras más. Toco el timbre y de inmediato me abre, su cara lo dice todo no me esperaba. –Hola, si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma. –veo que sonríe y me aplaudo mentalmente, le he logrado sacar una sonrisa. -¿Puedo pasar? –inquiero, no responde. Pero abre más la puerta para que pueda pasar.

La decoración es muy diferente a la de Mel, su pequeña sala tiene los sofás de cuero negro y una pequeña mesa de centro de cristal enfrente se encuentra una mega pantalla. Se logra ver parte de la cocina con la barra de granito, supongo que tú eliges el departamento y después lo amueblas y decoras a tu gusto, digo, son tan diferentes estos dos departamentos que he visto. Me giro hacia la puerta y me encuentro a Liam observándome. –Habéis terminado ya de repasar mi hogar. –me dice algo serio, y eso me hace que me dé una punzada de dolor en el fondo del alma.

-Pe... perdón, no quería parecer... -me interrumpe.

-No te preocupéis, siéntate. –me dice y él hace lo mismo. –Queréis algo de beber. –inquiere y yo asiento. Veo como se levanta y se va a la cocina. –Y a que debo tu visita. –escucho que me dice desde la cocina.

-No me has vuelto las llamadas, no me respondes los mensajes. –digo algo dolida. No escucho respuesta y cuando me vuelvo hacia la cocina esta recargado en la barra con un vaso de agua enfrente. –Y bien vas a decirme algo. –le digo.

-Brenda. No es fácil para mí. –me ha llamado Brenda y no Bree, esto es más serio de lo que pensé.

-Lo... lo siento. –me tomo las manos y entrelazo mis dedos, bajo la mirada hasta ellos. –Perdóname Liam, perdón por besarte aquella noche y por dejarte que te alejaras sin contarte lo que pasaba, es solo que yo... yo... no puedo.

-No tengo nada que perdonarte, sé que le sigues queriendo a pesar de todo lo que te ha hecho, y eso es lo que no termino por entender. – lo veo y su cara es de dolor. –sabes, el sábado, después del beso, creí que por fin, que por un segundo quizá tu... quizá me elegirías a mí y que me darías la oportunidad de hacerte feliz, pero no. Llego nuevamente él y le perdonas todo, me decepcionaste Brenda. No creí que fueras tan... Tan... -no termina la frase.

-Tan estúpida, cierto. –termino la frase por él, lo decepcione.

-No. Sabe que no me refiero a eso, pero es que hay... -se lleva las manos a la cabeza y se jala de los cabellos. –Bree. –vuelvo hacer Bree. –No te merece, acaso ya olvidaste eso.

No, claro que no lo he olvidado. Y no creo que lo llegue a olvidar, pero tampoco quiero seguir viviendo atormentada con eso. Quiero a Darry de una forma que quizá ni yo misma me pueda explicar, hoy en día vuelvo a sonreír y es por él, ya sé que sueno como la canción de Blanco y negro de Malú que dice tú eres quien me hace llorar pero solo tú me puedes consolar.

-Liam, yo... -hago una pausa por que no sé qué decirle, creí que esto sería más sencillo, creí que con verlo esto se arreglaría, pero resulta que está siendo más difícil. –Liam te quiero y mucho.

-Pero no de la manera en la que lo desearía yo. –me dice. –no de la misma manera como te... -no termina la frase.

Camino hasta donde él esta. Solo me mira, le tomo una mano pero al instante lo suelto. Esto ya está siendo muy duro para los dos, bueno más para él. –Lo siento, en verdad que no quiero perderte, eres quien más me entiende y por eso tampoco quiero que te alejes de mí.

Me toma de ambas manos y le da un beso a mis nudillos. –Bree, jamás me perderías, pero tenéis que entender que para mí no es fácil verte con ese tío, te quiero. Y lo sabéis muy bien.

-Lo sé, y por eso estoy aquí. Porque te quiero a mi lado. –le digo mirándolo a los ojos, pero noto algo diferente en ellos, no es la misma mirada con la que solía mirarme, sé que lo he perdido aunque él diga lo contrario.

Veo como rodea la barra, hasta que esta frete a mí. –Jamás me alejaría de tu lado. –me abraza y su abrazo es fuerte pero protector, en él me dice lo mucho que me quiere y ama. –Te quiero mi pequeño dolor de cabeza. –me dice susurrando contra mi pelo, como puedo seguir queriendo a Darry después de lo que me ha hecho. Porque no puedo enamorarme de Liam, con el todo sería muy diferente, lo sé, Liam es el tipo de novio que toda chica quisiese tener, el novio que se preocupa por ti, el novio que esta para ti en cualquier momento, quien respeta tus tiempos y tus espacios, el tipo de novio que recibiría una daga al corazón por ti.

Pero claro me gusta ser masoquista y le apuesto mi corazón a Darry, dejo que me haga lo que haga porque siento que es el indicado, pero es que no puedo explicarme porque, porque lo quiero y porque tuve que enamorarme de él. –Soy un dolor de cabeza. –le digo.

-mmjum, sí que lo eres. –responde Liam aun abrazándome. Quiero apartarlo para que no siga haciéndole más daño, pero se lo haría aún más alejándolo de mí, lo sentiría como si lo estuviese rechazando, y ahora lo que le estoy ofreciendo es un poco de mí, un poco de lo único que puedo ofrecerle. –Eres un dolor en mi cabeza, porque por más que intento alejarte no puedo.

Sus palabras son una perdición para mí, son palabras muy sinceras. Cosa que con las palabras de Darry no he sentido y no sé porque. –Sé que sonare egoísta, pero no quiero que te alejes de mi lado y si así puedo estar a tu lado, pues bien, prefiero ser un dolor de cabeza por siempre, claro para ti.

Inspira fuerte el aroma de mi pelo y agrega. –No eres egoísta, solo un poco complicada. –y escucho como suspira y después suelta una carcajada.

-Complicada es mi segundo nombre, lo sabias. –me suelta y me mira a la cara, sonríe y me pone un mechón de cabello detrás de la oreja, el gesto más bonito que un chico puede tener ante una chica.

-Me alegra que hayas venido a verme, después de que me porte cortante.

-Te extrañaba. –le digo, a pesar de que solo fue un día y medio sin saber de él.

Después nos sentamos en la sala a platicar de mi día de trabajo, le cuento que he recibido una postal de mis padres y una tarjeta de crédito. Le relato que mi relación con papá no es muy buena ya que no me ha apoyado, a lo que me hace ver las cosas de otra manera no del todo pero lo suficiente.