CAPÍTULO 12 NOTAS DE AMOR

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A las 3:30 me meto a la ducha, dejo que el agua recorra todo mi cuerpo y me purifique. No me imagino lo que va a pasar después de la conversación que tendremos Darry y yo. No sé en qué términos quedaremos. Cuál será el meollo de la situación. ¿Podre perdonarle todo definitivamente? Quedaremos como novios o amigos, cuando digo amigos un escalofrió me recorre el cuerpo a pesar de que estoy bajo el agua caliente. Trato de despejarme la mente no puedo salir con él con todos estos pensamientos.

Una vez término me enrollo en una toalla y me voy a mi habitación, contemplo el closet y no sé qué ponerme. Vamos que tampoco tengo tanto de donde escoger y entonces recuerdo que tengo que cómprame algo de ropa y zapatos, lo que últimamente utilizo para el trabajo es ropa mía, pero lo que me pongo para salir me lo suele prestar Ameli. Entonces mis ojos dan con el pantalón holgado que compre cerca de la Plaza Mayor, aún conserva la etiqueta y decido que es eso lo que me pondré. Lo convino con un top color negro y de repente soy consciente de que no tengo el calzado adecuado, solo tengo las converse y eso no va.

Me encuentro a mí amiga viendo The X-factor. Voltea y me mira. –¿Pasa algo Bree? –pregunta.

Me da pena pero sé que no se negara en prestarme unos zapatos. –No, bueno, en realidad quería pedirte un favor. –le digo encogiendo los hombros.

-Venga Bree, dime que pasa. No tienes que adoptar esa posición tan.... Espero que no te moleste pero... me parece tonta viniendo de ti, de una chica que no debe de acomplejarse por nada ni por nadie.

La palabras de Ameli son lo mejor que he escuchado en la vida. –Gracias. –le digo.

-Y bien. –inquiere.

Me armo de valor. –Si bueno, he me puedes prestar un par de zapatos o sandalias que convienen con mi atuendo.

-Claro que sí, ven vamos. –me toma de la mano y me conduce a su habitación. Abre el enorme closet que tiene y me tiende unas zapatillas negras de tacón numero 15 supongo y de inmediato niego ya con mi metro setenta y cinco es suficiente para subirme en otros centímetros. Así que me elijo unas sandalias doradas.

Una vez en mi habitación me paso el cepillo por el pelo hasta dejarlo en forma, escucho sonar el timbre y me da un salto el corazón empiezo a ponerme nerviosa, es una sensación como aquella cuando vas a salir por primera vez con el chico lindo que te gusta. Escucho que Ameli saluda a Darry y lo hace pasar, miro el reloj y son 15 para las 5. Ha llegado temprano, me enchino las pestañas y le pongo algo de brillo a mis labios, tomo la bolsa y mi chamarra. Antes de salir escucho como discuten Ameli y Darry, bueno en realidad ella le está poniendo condiciones y casi casi lo está amenazando de muerte si vuelve a herirme. Decido ir a rescatarlo.

-Si vuelve a llorar por ti y deja de comer te voy a... -no termina la frase porque me ve ahí de pie.

-Hola, podemos irnos ya. –le digo a Darry, al escucharme se gira hacia mí y yo casi me voy de sentón al piso. Sea afeitado y va de lo más arreglado y bueno su melena revuelta lo hace ver de lo más atractivo.

-Hola Bree, claro. –responde y después me escanea el cuerpo, siento que me pongo como un jitomate y recuerdo como me veía hace unas horas en mi habitación. Me toma de la mano y ahí está otra vez esa sensación que se produce cuando me toca. –Nos vemos Ameli. –le dice a mi amiga.

-Cuídala sino ya sabéis lo que te hare. –dice esta.

-Lo prometo.

Una vez en su camioneta me dice que estoy muy linda y yo le agradezco. Conduce sin decir nada y yo me siento algo incomoda, sé que el también porque la tensión de puede palpar. Rixton nos acompaña de fondo con la canción que habla de corazones rotos. Conduce durante un rato más hasta que llegamos a un local muy bonito pero pequeño, es un tipo de cabaña con mesas por fuera y por dentro. Se estaciona y de inmediato me abre la puerta.

Un amor en MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora