Un amor en Madrid

CAPÍTULO 3 CAFÉ

Escucho unos golpecitos en la puerta y eso hace que me despierte. Miro la hora y son las 7:30 a.m. ayer no recuerdo a qué hora me quede dormida. –Pase. –digo.

-Hola, buen día. Espero que hayas dormido bien. –me encuentro con la sonrisa perfecta de Ameli.

Aún algo somnolienta, me tallo los ojos. Ya sé que no es bien visto, pero es una maña que tengo, a decir es una de las tantas mañas que se me dan muy bien. –Buenos días, he dormido un poco... si gracias. –pongo los ojos en blanco a dirección de la ventana.

-Sí. Lo supuse, por eso te lo decía. Los vecinos la mayor parte del tiempo suelen tener muchas fiestas, es lo malo. Pero por que la renta de este lugar no es tan elevada como en otros lugares, sigo aquí, espero que te acostumbre. –entonces se acerca al pequeño sofá, hace a un lado mi chamarra y se sienta en el.

Ahora entiendo, no sé porque me da una punzada de tristeza en el estómago y me siento mal por ella, que es tan amable y tiene que trabajar. –me imagino lo duro que tiene que ser para ti, cuando llegas tarde del trabajo y cansada... el que no te dejen dormir. –no se me ocurre decir otra cosa.

Me mira y sonríe, pero sé que está pensando que decir al respecto. –En realidad no es tan malo, me siento bien, llevo muy poco tiempo pasando las tardes en casa. – ¿enserio? Eso me hace que quiera preguntar más pero no puedo, me vería como una chismosa y tampoco quiero que me cataloguen con esa etiqueta, jamás me han gustado para nada esas cosas. Nota mi reacción porque de inmediato agrega. –sí, la mayor parte la paso en casa de Logan... ya sé que te estarás preguntando quien es Logan...

Brinco de la cama y siento que me he puesta roja, tanto se me nota que en verdad quiero preguntar. – ¡No! Digo no tengo porque preguntar quién es él. –acto seguido escucho unas carcajadas y me volteo, se está riendo de mí, solo que no sé por qué. Me enfurece que la gente me tome como diversión y entonces agrego. –No sé qué es lo que te causa tanta gracia, no tengo un pegote en el trasero que diga Losser. –Esto que le he dicho ha hecho que se calle, entonces por dentro salto.

-Pe... perdona, eso solo que. –hace gestos con la nariz. – ¿Con eso sueles dormir o solo es porque se te ha olvidado el pijama? Si era así me hubieses pe... -la interrumpo, así que de mi ropa se estaba burlando ya decía yo.

-Venga. Que tiene de malo, yo lo veo tan normal como cualquier otra ropa para dormir, pero sí de seriedad hablamos, tus ositos en tus pantalones, son mil veces más graciosos que mi vieja camiseta. –Ahora soy yo la que se parte de risa, pero el ver que ésta se pone muy seria dejo de hacerlo. –Lo siento, sólo estaba bromeando.

Entonces se para y se acerca a mí, sin decir nada, eso me aterra. Apenas y la conozco, me da miedo y retroceso no quiero que me haga nada. –Aja caíste. –y empieza a reírse como una posesa. –Se muere de risa y no sé qué hacer, sólo doy media risa y paso por su lado, hasta que llego a la ventana para abrirla. Cuando termina de reírse, sin que se haga pipi, me dice. –Bueno vine a despertarte por si quieres acompañarme en la mesa, dentro de poco me voy al trabajo y bueno en fin te espero en la cocina. –escucho como se dirige a la puerta.

-Gracias, voy en un momento.

-Ok. –solo me responde eso, entonces me pregunto cómo es que he terminado en casa de ella, somos tan diferentes de dos mundos muy distintos, me doy dos cachetadas mentalmente, jamás me ha importado las condiciones sociales. Así que me apresuro a llegar a la cocina. Y bueno ya no me ha contado nada de Logan, ni que lo quisieras saber me digo mentalmente.

Cuando llego está de vuelta hacia la estufa, huele delicioso. Me acerco lo más silenciosa que puedo y me siento en el taburete. –Puedes servirte un poco de café, claro si es que te gusta. ¿Quieres que te sirva un poco de huevos revueltos con algo de jamo? –pregunta.