11. Ellos.

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Seúl. Habitación añil. Ellos.

El amanecer todavía está en estado de expectativa, ese en el que el sol todavía no se ha asomado por el horizonte y sin embargo, cierto tono de claridad se puede vislumbrar ya. Dejando atrás todas las tinieblas de la noche.

La mañana está particularmente fría, sin embargo para ellos está bien. No tienen objeción alguna, ya que, saben de una manera perfecta para obtener calor.
Desnudos, envueltos entre sábanas y abrazados el uno al otro, es como logran disfrutar de este gélido amanecer. Disfrutan de su cercanía, de sus pies enredados, de su suave respiración. Disfrutan de todos y cada uno de esos mínimos detalles que quieran o no, los hacen estremecer.
Para esto ellos no han necesitado de cámaras ni de libretos. No, nada de eso. Pues se han encargado ellos mismos de escribir su propia historia desde hace ya mucho tiempo. Eso sí, historia que prefieren mantener de manera oculta, discreta, escondida bajo llave entre susurros a penas inteligibles y tiernas promesas de amor.

Poco a poco empiezan a despertar y así saborear el placer que conlleva el hecho de amanecer con el ser que amas a tu lado.

—Buenos días —susurra suavemente a la altura de su cuello, provocándole leves cosquillas.

—Uh huh —se limita a responder con los ojos todavía cerrados.

—Arriba.

Se remece en sus brazos tratando de huir, pero lo único que consigue es que esos brazos se aferren todavía más a él, evitando a toda costa dejarlo escapar.

—No quiero. Hace frío. Quedémonos así un rato más.

—Es tarde. Debo volver.

Ante aquel recordatorio ahora sí ha conseguido que su acompañante abra de golpe los ojos, dejándolos inmersos a ambos en una profunda mirada.

—Todavía no.. —suelta como un quejido mientras lo atrae más hacia su regazo.

—Quiero quedarme pero sabes que no puedo —lo mima dejando leves caricias en su rostro y revolviendo un tanto su cabello—. Ah... Todo es tan complicado desde que te mudaste.

—¿Eso crees? —sonríe penosamente para luego morder ligeramente su labio inferior—. Mira el lado bueno, aquí si puedes gritar todo lo que quieras.

El rostro de Himchan se sonroja levemente, pues empiezan a emanar los indecorosos recuerdos de toda la acción que tuvieron la noche anterior. Acción que, lamentablemente, se habían privado en su viaje a la isla Jeju.

—Calla... —el cohibimiento de a poco se va y una socarrona sonrisa ilumina su rostro—. Pero es cierto. ¿Te cambiaste aquí porque te encanta oírme gritar tu nombre verdad?

Himchan le dedica una mirada particular, una que no le muestra a cualquiera. Una mirada cargada de deseo, lujuria, voluptuosidad. Y aquella mirada.. aquella mirada que provoca tanto, Bang definitivamente no va a dejarla pasar por alto.

Se acerca y empieza a besar los puntos débiles de Himchan, haciendo que leves suspiros resuenen por todo el lugar.

—Yongguk, no. En serio. Debo volver ya.

—Tú no irás a ningún lugar.

—Entiende que..

—No puedes irte ahora —dice negando con la cabeza y dejando leves besos en sus labios—. Inventa algo al llegar, qué se yo.

—Pero yo no... Uhg —gime al sentir la mano de Yongguk rozando la parte más sensible de todo su ser—. Maldito.

Yongguk sonríe victorioso sintiendo como Himchan se estremece ante sus caricias. Se acerca, sediento de sus labios y empieza a besarlo con movimientos suaves, como tanto le gusta. Y así, de a poco, ese par se dejan llevar por la pasión una vez más. Una nueva ronda de sonoros gemidos llega, junto con todos aquellos besos secretos y caricias que jamás podrán ver la luz.
Olvidándose por completo del frío de la mañana al tener perenne en sus cuerpos aquel calor inmortal. Aquel calor que, los lleva de la mano al éxtasis, saciando de manera reiterada toda su sed.

Luces. Cámara. ¡Acción! [DaeJae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora