16.♡

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Alejo.

Una última miradita al horno... Perfecto. La casa estaba bien ordenada, perfumada y fresca. Las fotos estaban bien escondidas y las cosas de Juan Pablo, guardadas.

Me aseguré una vez más de que todo parezca una vida de soltero, justo antes de que mi teléfono sonara.

-Amigui, ¿Como andas? ¿Todo bien?-Escuché su voz apenas atendí.

-¡Pablin! Bien, acá ando; preparando el almuerzo. ¿Vos?

El timbre sonó.

¡Dios! ¡Es él! Calma. Manténete calmado y confiado.

Me arreglé un poco mientras esperaba la respuesta de Pablo, antes de abrir la puerta.

-Tocandote el timbre.-Rió cuando le abri.

Sentí una gran decepción por unos segundos, disimulada con una amplia sonrisa.

-¿Qué haces? Qué sorpresa. Pasá, pasá.-Le pedí, sintiéndome mal por lo anterior.

Al ser mi mejor amigo, me conoce demasiado bien. Por lo que se dio cuenta.

-Apa... ¿Qué te pasa Alejin? Te noto raro...

Alzó la ceja cuando se sentó en la mesa delicadamente preparada para dos y se preparó para escucharme.

Me senté en donde seria mi lugar y le conté todo.

Y con todo, me refiero a todo. Desde que lo vi moviendo el orto aquella noche, hasta mi pelea con Laura por él.

-¿Y te gusta?

Me mordi el labio y asentí.

-¿Y no sentis nada más por Juan?

Abri la boca para hablar pero me arrepenti. Siendo sincero, no habia pensado en ese pequeño detalle.

-No... O sea, si...-Pablo me miró serio.-Bueno, no sé. Creo que estoy confundido...

Suspiró cuando le di mi mejor cara de perrito mojado pidiendo ayuda. Posta que la necesitaba.

-Mirá, yo creo que soy el menos indicado para aconsejarte sobre esto. Pero creo que deberías...

Su voz fue interrumpida por el timbre.

-¡Mierda! ¡Es él! ¡Rápido, escondéte en mi cuarto!-Exclamé nervioso.

Pablo salió corriendo.

Me levanté con torpeza y fui hasta la puerta. Esa vez miré para asegurarme que era Pedro, y al comprobarlo, abrí.

-¡Hola! ¿Cómo estás?-Saludó el venezolano animado.

-Re bien, pasá dale.

Cerré la puerta tras nosotros y sonreí tensionado.

Mucha presión me estaba atacando en ese momento. Imagináte: La primera vez que lo invitaba a almorzar (sabiendo mis sentimientos por él), la primera vez que le hacía un buen plato bueno (y no los típicos fideos con salsa rosa) a alguien, la segunda cita que teniamos juntos; todo esto estando escondido en mi cuarto, el mismo chico que me besó en pedo esa noche y por quien habia pensado que le habia mentido.

Cornudo (Divalejo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora