19.♡ (Final)

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Y el tiempo pasó volando como una paloma mensajera en plena misión.

Los dias y las semanas avanzaron a la velocidad de un parpadeo y mis sentimientos por Pedro aumentaban con la misma intensidad en la que desaparecían por Juan Pablo.

Cada vez eramos más distantes. Apenas nos contábamos como nos fue en el día.

Los besos, abrazos y apodos melosos se fueron con el verano y parecía que nuestra relación se estaba haciendo tan fría como el invierno que se avecinaba.

La pareja era como un árbol en agosto: Pelado, solitario y triste. Los te amo se esfumaron y a ninguno parecía importarle demasiado. Cada uno estaba en la suya, sonriendole a su respectivo teléfono, yendo y viniendo durante el dia; durmiendo juntos pero con un abismo en el medio.

Y siendo sincero, ya no queria vivir asi. Estaba harto de la frialdad, de la distancia. Pero sobretodo, estaba harto de mentir por un rato de felicidad.

Ya no quería que Juan Pablo fuera lo ultimo que viera al dormirme y lo primero al despertarme. Ya no era el sol de mis dias ni la luna de mis noches. Solo era un chico que ocupaba el lugar que debería ocupar otro.

Estaba enamoradísimo de Pedro y me quemaba no poder sacarlo a la luz.

Entonces, fue aquel dieciséis de mayo, que por fin me decidí. Ese dia haria algo que tendría que haber hecho hacia mucho tiempo.

Mientras me abrochaba los últimos botones de la camisa, pensaba que iba a ser el dia más maravilloso de mi vida. Hasta me permití pensar en viajes y casamiento.

Que boludo que fui.

Pobre y estúpido Alejo.

Ese puto dieciséis de mayo, fue la peor fecha de mi existencia.

(...)

-Marica, tienes mayonesa pegada en la mejilla. Eco.-Se rió después de hacer una mueca.

Me ayudó a limpiarla y sonreí para agradecerle.

-¿Te gusta esta plazita?-Pregunté una vez terminé de masticar el sándwich.

Asintió mirando a su alrededor. -

Si... Está bonita. Se quedó mirando fijamente un alto edificio a lo lejos.

Me tense al darme cuenta que era el de la empresa donde trabajaba mi futuro ex novio.

Podría haber elegido millones de plazas, pero esa era la única que conocía y me gustaba más, ¿qué iba a hacer?

Además, era imposible que me fuera a encontrar ahi. Estabamos a varias cuadras y él salia a las ocho. Nada podía salir mal.

Pobre y estúpido Alejo.

-¿Galleta?-Me ofreció luego de un rato de charla y chistes.

-¡Epa hijo! Huele bien, ¿Las hiciste vos?

-Primero, deja de hablar como yo, mamawebo. -Lance una carcajada, me encantaba copiarlo para que se enoje.

-Y segundo, si, las hice yo. Les puse canela, son deliciosas.

Volví a apoyar la galletita sobre el mantel.

-Gracias, paso. Soy alérgico a la canela.

-No sí. La que casi la mata.

-¡Me querías matar hijo de puta!

-¡No! Bueno...

Fingí sorpresa e indignación. Si, otra vez estábamos jodiendo. Así éramos nosotros. Y me encantaba.

Cornudo (Divalejo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora