6.♡

963 72 116
                                    

Pasaron dos semanas desde aquella patada a mi orgullo. Dos semanas en las que mis intentos de encontrar acción y diversión habian disminuido drásticamente.

Y no es que el colombiano me mantuvo entretenido como para que bajaran las ganas de escapar, porque de hecho, cada vez se volvía peor. Sino que yo mismo me estanqué.

Tenia la sensación de ser un escritor que se le habia acabado la imaginación y no podia seguir escribiendo el capitulo. Era frustrante.

¿Y qué hace alguien cuando intenta sacarse de la cabeza algo que le molesta?

Exacto: ¡Salir de joda!

Me habia agendado especialmente el viernes para ir con mis otros amigos (pues no me iba a arriesgar a tenerme que ir antes por culpa de Pablo otra vez) al mejor boliche de Buenos Aires. Me iba a poner tan en pedo que terminaría en un coma alcohólico.

Pero al parecer, mi noviecito tenía otros planes.

-Oye, Alejo. Tenemos que hablar.

Uy. Jamás pensé que escucharía esas famosísimas tres palabras que siempre causaban tensión y nerviosismo a quien las escuchara.

Levanté las cejas, víctima de esas dos cosas y con un leve temblor en la voz, le pregunté:

-¿Por? ¿Pasó algo, amor?

-Siéntate. -Contestó serio, ignorando mi pregunta.

Uf. ¿Me habrá descubierto? ¿Fue por los chupones, no? Esperá. ¡¿Me habrá revisado el celular?!

Lo miré super expectante, porque encima el forro se me quedaba mirando fijo y no decia nada.

-¡Dale Juanpa! Dejá de hacerte el misterioso, sabés que odio el suspenso.-Dije, riéndome muerto de nervios.

Él suspiró como si fuera algo trágico y apoyó su mano en mi muslo.

Rogué con todas mis fuerzas que no notara que estaba temblando. Cerré los ojos esperando a que de su boca saliera la palabra terminamos.

-Me voy.

Los abrí de repente, sin haberme esperado para nada eso. Mi cabeza se convirtió en un gran signo de pregunta.

-Pará, ¿Qué?

Se me empezó a hacer muy difícil contener la mezcla de alegría y miedo que se formaba en mi interior.

De todas maneras, la principal era la confusión.

-Si, me voy, Alejo.

-Pero... ¿Cómo? ¿Te vas a Colombia de vuelta? ¿Te vas de joda? No te entiendo, boludo. ¿E-estás t-terminando conmigo?

Eso: Alegría y miedo.

Me descoloqué completamente cuando se puso a reír en mi cara.

-Okay, no entiendo nada. Explicáte. -Exijí.

-Me voy a Chile. Necesitamos más mercancía para vender, y ya sabes que aquí en Argentina todo es más difícil y caro de conseguir.

Fue entonces cuando el miedo decidió irse a la mierda, dejando a un pequeño Alejo bailando de la felicidad en mi interior.

-Aah. ¡Qué copado!-Le dije, contento. Por los dos.

El asintió con una enorme sonrisa y me abrazó. Se lo devolví al toque.

Era cierto, acá cualquier cosa está mas caro que en los otros países limítrofes. Es por eso que, incluso, muchísimos argentinos pasan las vacaciones en ellos antes que en las costas, por ejemplo, de su propio país.

Cornudo (Divalejo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora