12.♡

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Me desperté de sopetón, con un dolor en la vejiga que me gritaba que tenía que ir al baño urgentemente.

Cuando me quise levantar, me di cuenta de que mi brazo derecho estaba atrapado entre el colchón y su cuerpo.

Fue cuando vi cómo respiraba tranquilamente, que recordé lo de la noche anterior y no pude evitar sonreír. Pedro dormía con parsimonia bajo mi abrazo, cansado por la intensa y apasionada noche que tuvimos.

Me movi con delicadeza, intentado no despertarlo; mas no lo logré. Se volteó a mirarme y después de bostezar como un bebé oso, sonrió.

-Buenos días.-Murmuró adormilado.

-Buen dí... ¡Me estoy meando!-Exclamé sin poder aguantar. Lo empuje y corri al baño.

Sentí unos brazos rodear mi cintura, un beso en mi cuello y un mentón siendo apoyado en mi hombro, justo cuando estaba secando mi cara.

-Upa, qué susto.

-¿Haz dormido bien?-Preguntó con voz ronca, haciendo un camino por mis abdominales.

Me hacía cosquillas.

-Si... Re bien.-Le sonreí. -¿Vos?

Asintió. Me giró el rostro con la mano en mi mejilla y buscó mis labios. Nos envolvimos en un beso lento e intenso que me causaba una especie de electricidad y emoción en mi interior.

Eso mismo que no tenia con Juanpa y andaba buscando, al parecer lo habia encontrado en Pedro.

Me giré para poder besarlo mejor, apoyando mis manos en su mejilla y él rodeando mis cintura.

Muy a mi pesar me separé y apenado le dije:

-Mm, me tengo que bañar.

-Yo también debería, marica.

Alcé la ceja.

-¿Estás pensando lo mismo que yo?- Inquirí pícaro.

Me miró, sin seguirme.

-No... ¿Puedo entrar primero?

Aww, era tan inocente.

Me reí.

-En realidad... Estaba pensando en... No sé... Bañarnos juntos...-Susurré acariciando su pelo, raspando apenas el lóbulo de la oreja con mis dientes.

Se mordió el labio, seguramente pensando en las cosas que podíamos hacer ahi adentro.

Dios, se veía tan sexy cuando se mordía el labio.

-No me parece... Yo creo que-

Pero lo interrumpi, llevándo mis manos hasta su culo, jugando con el elástico del bóxer mientras le dejaba un camino de besos hasta el hombro.

-Jesucristo, Alejo Igoa. Vas a matarme algún día.-Dijo con la voz algo agitada.

Sonreí orgulloso cuando giró la canilla de la ducha.

(...)

Después de bañarnos y hacer otro par de cositas privadas juntos, nos vestimos para salir a almorzar.

Le tuve que prestar ropa para que no se pusiera lo mismo de ayer: una remera de sus colores favoritos que yo ya no usaba, la cual le quedaba a la perfección.

Como ibamos a estar al aire libre, decidí ponerme una gorra que me habia regalado mi primita.

Mientras estábamos caminando hacia el restaurante, dijo emocionado:

-¡Se pasó! ¡Estamos combinados!

Lo miré y cai en que sí, era cierto. Ambos estábamos de rosa y negro.

Cornudo (Divalejo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora