Prologo

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Ya era de noche y la joven Smith necesitaba regresar a casa. Había salido para recoger unos papeles importantes donde seguramente aseguraban el progreso de la empresa donde gustosamente trabajaba. Era una secretaria ejemplar, según su jefe. Y aquellos halagos que él le daba amistosamente hacían que sus ganas de hacer bien su trabajo florezcan.

Aparentemente se había perdido, miraba una y otra vez el pequeño mapa con la dirección para cerciorarse que estaba en el lugar correcto. Y por supuesto que no lo estaba.

La calle desprendía inseguridad mientras la niebla se dispersaba hacia donde ella se encontraba, y  lo más inquietante resultaba que nadie se encontraba en aquel lugar. El lugar parecía abandonado con unas pequeñas casas de dos pisos y árboles secos que decoraban el tenebroso lugar.

La joven Smith estaba más que asustada, sus rodillas temblaban y repetía un “Hola” inestable. El cemento bajo sus pies era frio y lizo donde se podían divisar hojas moviéndose al compás del aire pero que no se lograban divisar muy bien por la culpa de la niebla.

-          Hola – se escucho una voz fría en alguna parte de la calle – ¿Por qué tan solita?

Aterrorizada por la voz, Jane Smith empezó a huir sin importarle el documento que necesitaba entregar mañana en la mañana esquivando algunos botes de basura. Sus pasos eran débiles y caía repetidas veces al estar tan aturdida.

Después de levantarse ya que se había caído por cuarta vez se paró en seco al ver a un hombre con un saco largo que le quedaba sobre las rodillas y un sombrero que ocultaba su rostro. Toda su piel estaba cubierta por tela, haciendo que la muchacha no logre ver quién era el que se estaba acercando a ella. Preocupada por estar sola y con un desconocido en un lugar abandonado intento escapar. No quería ser violada o asesinada brutalmente.

-          ¿Por qué huyes, querida? – dijo el hombre sujetando el codo de la chica – ¿Acaso me tienes miedo?

Un escalofrío recorrió por el cuerpo de Jane cuando los fríos dedos del señor tocaron su piel. “¿Cómo es que llego tan rápido a mí? – Pensó –. No se encontraba tan cerca.”

La voz del sujeto era gélida aunque en ese momento se estaba divirtiendo al ver el rostro de horror de la chica.

-          Y bueno, querida. ¿Cuál es tu nombre? – Jane no iba a responder, solo intentaba quitarse su mano de encima para poder escapar pero era inútil. El era más fuerte que ella.

-          J-jane – dijo una vez cuando el hombre sacudió su cuerpo obligándole a voltear.

-          Bueno, Jane – dijo en tono burlón mientras sacaba la pipa que adornaba su pálida cara – ¿Qué haces aquí tan sola, se puede saber?

-          Me perdí – dijo mas en un susurro como el suave viento que revoloteaba su sedoso cabello.

-          ¿Sabes la hora que es?

-          N-no realmente.

-          Ya va a ser media noche, querida.

-          ¿Qué pretende decirme? – dijo desviando la mirada de sus profundos ojos negros.

-          Esto.

En ese momento el pálido ser se acerco bruscamente al cuerpo de Jane despedazando su cuello. Y, para succionar con mayor facilidad, se sentó y coloco su cuerpo inconsciente sobre sus piernas.

Él, la había estado siguiendo desde hace meses maravillado de su belleza. Y, que se haya perdido había sido una suerte que no podía desperdiciar. Desde el primer momento que la vio quiso conocer más de ella y con el tiempo decidió que iba a ser suya. Antes que muera la convirtió en vampiro llevándola en sus brazos a su casa. Donde él pensaba que iban a vivir felices por toda la eternidad.

Tu PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora