Capítulo 18.

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De su boca solo salían maldiciones. El cielo se empezaba a aclarar gracias a la venida del sol y Jane claramente no tenía tiempo ¿Cómo había logrado raptar a Josh tan rápido? Su mente estaba obstruida por millones de pensamientos que intentaban resolver aquel problema.

Pero ninguna tenía sentido.

Tenía ganas de gritar, de encontrar a alguien y matarlo despiadadamente. Incluso de llorar. La cólera que tenía era lo suficientemente grande para llamarse ira, no sabía qué hacer y eso le enojaba aun más. Había perdido los papeles, la impotencia que sentía en ese momento le obligo a llorar.

Llorar.

Se sentía tan débil haciéndolo. Dejando ganar al estúpido de Zephir; pero no podía parar, lo único que le quedaba era el llanto de regreso a casa. Entró con la vista hacia el suelo esperando no encontrarse con la señora y abrió la puerta de su cuarto al instante que piso la casa.

Maldita sea, no le gustaba quedarse de brazos cruzados ¿Pero qué se supone que debía hacer? Podría dejar a Josh Bennet con él y ella escapar muy lejos con la esperanza de no volverlo a ver. Pero no se le cruzaba en la mente siquiera hacerlo. Colocó su cansadísimo cuerpo sobre el suave colchón y cerró los ojos, pero no podía conciliar sueño.

Se movía de un lado a otro sintiéndose incomoda por la gran cantidad de espacio en la cama. Se sentía extraña al no abrir los ojos y verlo dormido a su lado. Lo extrañaba.

Se obligo a si misma a dormir. Necesitaba tranquilizarse para saber bien que hacer el día siguiente.

Después de varias horas, lo logró.

***

Sus manos estaban atadas y por más que intente escapar, no lo lograba. Miro con furia a Zephir mas este aparto la mirada y camino por su alrededor.

-          Así que, querido Josh ¿Qué se siente ser traicionado por tu mejor amigo?

Aidan sentado en una silla alzó la cabeza con terror. El nunca lo había hecho.

-          No es verdad – contestó él.

-          Por supuesto que sí – el tono de Zephir era burlón y empezaba a nacer una sonrisa en su rostro – vamos Aidan, cuéntale la verdad.

El mencionado oculto el rostro de los  vampiros y suspiró. Zephir había logrado encontrarlos por su cuenta no por él. No sabía por qué le echaba la culpa ¿Tanto lo odiaba?

-          Mírame cuando te hablo – su tono perdió el lado burlón optando rápidamente un tono encolerizado. El joven levantó su cara y lo vio a los ojos. Intentó que su cuerpo no trasmita el miedo que sentía en ese momento.

-          ¿Sí? – su tono era vacio, pero servía ya que no demostraba lo que los sentimientos que tenía en ese preciso momento.

-          Dile que lo traicionaste.

Su descuidada cara quería apartarse del monstro que tenía frente a él. Los ojos desesperados de la bestia por una respuesta hacían que su piel se ponga en punta. No quería mentir. No quería perder su amistad.

Pero, pensó, es un vampiro después de todo ¿Habrá perdido a su mejor amigo por la culpa de su transformación? ¿O seguirá ahí? Negó bruscamente con la cabeza intentando quitar sus pensamientos. Lamentablemente esto parecía como una enfrentación hacia el horrible ser que había creado todo este problema.

Zephir quería desgarrar el cuello del humano. Quería verlo sufrir. No vio porque no debería hacerlo, no le había servido ni en un poco.  Su molestia, que era muy grande, lo obligó a acercarse a su desgastado cuerpo. Estando ya de pie lo tomó desde el cuello apretando muy fuerte.

Ruido. En la habitación no había nada más que ruido. Una silla que se movía increíblemente a causa de un vampiro enfurecido, unos gritos de súplica y libros cayendo por patadas dadas por el próximo muerto.

-          ¡Déjalo! – aquellas palabras no dejaban de ser repetidas por Josh.

Zephir continuó ahogando al mortal con una sonrisa.

-          No sé por qué no te he matado antes – dijo cuando el aire se rendía en entrar a los pulmones de Aidan –. Nunca ayudaste a que mi propósito de llegue a concluir. Ahora tendrás que pagar.

Las manos del mundano que sujetaban al demonio empezaban a ponerse débiles. Sus ojos no paraban de llorar y los pataleos habían parado notablemente. Entonces se fué y us extremidades cayeron con fuerza.

El demonizo Hendricks votó el cuerpo como si fuera de trapo y volteó hacia Josh con una expresión de satisfacción.

-          ¡Idiota! ¡Qué has hecho! – dijo Josh intentando dejar de llorar.

-          Matar a tu amigo ¿Es que estás ciego?

Esas palabras irónicas dolían demasiado. Realmente no se la podía creer. No podía realmente entender cómo en un par de segundos todo cambió todo. La muerte de su hermano, la separación de su Jane.

Jane.

La extrañaba tanto. No veía un futuro después de este suceso y se preguntó si la iba a volver a verla. Esperaba que sí.

***

Prácticamente saltó de la cama después de darse lo cuenta de lo tarde que era.

Necesitaba actuar rápido ya que el tiempo no estaba siendo su aliado en ese momento.

Agarró ropa limpia y se la puso rápidamente. Salió del lugar diciéndole a la anciana que volvería por sus cosas pronto.

Eran las siete de la noche y ella no sabía muy bien a donde ir. Olvidó cuanto se había demorado en ir hasta ese punto. Los desánimos volvieron a chocar contra su cabeza muy fuerte pero ella siguió corriendo.

La niebla no le permitía ver muy bien en donde se encontraba pero la luz blanca de la luna le ayudaba mucho.

Sus tensas piernas siguieron y siguieron hasta el punto de caer. No tenía fuerzas pero tenía que seguir. No había tiempo para estar cansada. No había tiempo para el hambre.

Jane continuó mirando frenéticamente algo que matar rápido. Solo esperaba que las horas hagan las paces con ella.

<Espérame Josh, muy pronto llegaré a ti. Solo resiste> pensó como si este pudiera escucharle.

Tu PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora