Capítulo 15.

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Abrió sus ojos. Inmediatamente miro a la izquierda donde se supone que ella se encontraba. No había nadie. “Que extraño” –  pensó Zephir – ella siempre espera que yo me despierte primero".

Miro alrededor de la habitación y la encontró deshabitada. Gruño. Sospechaba esto, sabía que algún día tendría que pasar. Pero con el pasar de los años la idea comenzaba a salirse de la cabeza.

-          ¡Jane! – grito iracundo. La casa seguía en silencio –  ¡Jane! Si no apareces ahora…

Recorrió toda la enorme casa en tan solo segundos. No había nadie, ella lo había abandonado. Enojado empezó a destruir todo lo que encontraba a su alrededor.

-          ¡¿Por qué?!  – grito con lagrimas de cólera.

El silencio respondió y él se paro sobre el suelo lleno de cristales rotos. Miro a su alrededor y sintió el vacio de su vida sin ella.

Jane se encontraba ya, a miles de kilómetros adelante. Sus pasos trazados de pánico corrían y daban todo lo que podían para poder escapar de ese ser tan despreciable. No sabía a dónde ir, no sabía que iba a hacer consigo misma ahora. Pero francamente prefería vivir con aquella incertidumbre a soportar su asqueroso cuerpo sobre el de ella, sus toques y su deseo de volverla algo que ella no era. Se sentía violada. Se sentía sola.

Con lágrimas de tristeza y alivio encontró un barco donde pensaba huir. Pensaba que si cruzaba el océano el no lograría encontrarla y siguió avanzando con aquella esperanza.

Zephir salió de la casa recomponiéndose. Miro a ambos lados y juro en sus adentros encontrarla. Se sentía traicionado y completamente dolido. El quería lo mejor para ella (de una forma completamente equivocada) y Jane osó en abandonarla.

Camino por los senderos de la calle buscando algo que descuartizar. Quería sentir como una vida se iba entre sus manos. Su sádica mente inventaba una y otra forma de elegir a su próxima víctima. Llego a un punto donde había grandes cantidades de edificios y personas.

Su pie derecho aterrizo sobre la pista liza y el izquierdo se apresuro a levantarse cuando él vio algo extraño. Había una mujer llorando junto a un bebe de apenas dos meses de edad. La señora tenía  un gran parecido a su hermosa Jane. La ansia de tenerla a ella creció en su pecho y decidió tomarla, enfermizo, hasta él lo sabía. Pero quería llenar aquel hoyo que había provocado su reciente perdida. Se acerco a ella con un rostro de supuesta preocupación y le pregunto por qué lloraba. Ella alzo el rostro y vio al pálido ser y lloro mas fuerte provocando que ahora la beba comenzara a llorar también. El volvió a preguntar y ella pensó en responder. No lo conocía pero veía su vestimenta y veía que era alguien con una extensa fortuna. Se debatió en contestar pero el llanto de su hija le impulso hacerlo.

-          Mi hija – respondió ella intentando estabilizar su llanto – no sé qué voy a hacer con ella.

-          ¿Por qué lo dice bella dama?

-          Moriré – su voz tembló en la última parte para que su desconsolado sollozo emerja nuevamente.

-          ¿Qué es lo que le pasa? – pregunto con cierta decepción. No la tendría para siempre, a menos que le regale la vida eterna.

-          Tengo leucemia, y mi estado económico no me permite sanarme.

-          ¿Cuándo te enteraste de aquello?

-          Hoy. Los doctores me han dicho que si empiezo con el tratamiento quizá logre sanarme. Pero como lo he dicho, no tengo el dinero suficiente como para hacer ello yo no sé qué hare, mi hija…

Tu PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora